Los resultados electorales del 19 de junio, nos debe llevar a analizarnos profundamente. Solo votó en el Valle un 56% de los votantes aptos y de estos el 64% votó por el Pacto Histórico representado por Petro y el 34% por Rodolfo Hernandez, un llanero solitario que le dio madera a la clase política y en esa soledad sacó 10,5 millones de votos. En ambos casos la lucha fue entre dos bandos de insatisfechos, que proclamaban el cambio a su manera. Los resultados nos deben invitar a considerar reacciones como estas:
La política no es una ciencia menor: la indiferencia y menosprecio de nuestra sociedad hacia la política no puede continuar. La diferencia entre el Caribe y Antioquia con nuestra indolencia por lo público es abismal. Debemos impulsar políticos correctos, capacitados, con formación gerencial, para que gestionen soluciones sociales. Hay que patrocinar fundaciones para que los políticos con este perfil se dediquen a lo público sin las afugias de su sostenimiento familiar que los empuja hacia movimientos indebidos.
Mayor compromiso social: llámese responsabilidad social, valor compartido o compromiso fundacional, las empresas deben involucrarse más en la recuperación social de la región. No es solo por recuperar competitividad, es también para asegurar la paz social e incluso una manera de retribuirle a Dios su generosidad. Al final, todos saben los resultados de los PyG y les queda claro que el retorno vía fundaciones o donaciones son migajas que representan pocas gotas de agua en la sed del desierto.
Líderes, más que gerentes: tenemos excelentes gerentes en la región que han logrado con inteligencia y visión sortear dificultades económicas, de mercado, accionarias, etc. Pero les hemos castrado su liderazgo social. He estado en juntas donde al ejecutivo comprometido con causas sociales o relacionado con el sector público le dicen “pantallero”, “mal acompañado” o “hasta cuando gastas el tiempo en bobadas en vez de incrementar las utilidades de la compañía”. Es hora de repensar ese rol. Basta ver la lista de líderes empresariales admirados por los colombianos y contrario a lo que sucedía en el pasado, la escasez de coterráneos es diciente.
No más bajo perfil: Las empresas y los gremios deben cacarear sus logros sociales, sus aportes al bienestar colectivo. Quien calla lo que hace por los demás, engrosa la lista de avaros, a veces injustamente clasificados. La sociedad norteamericana hace grandes a los suyos no por su capacidad de producir billete, sino por su contribución filantrópica. Esa es la verdadera dimensión humana de un empresario.