Desde que, muy recientemente, alcancé la barrera de los sesenta años y para decirlo sin eufemismos, llegué a la vejez, todas aquellas noticias y artículos que hablan sobre la nueva madurez, la tercera edad a partir de los 70 años, joven por siempre y similares, suscitan mi más grande interés, seguramente con el anhelo de que se nos prolongue en el tiempo esta vida apasionante y maravillosa de la cual disfrutamos. Y para seguir ilusionándome y ojalá, ilusionándolos a muchos de mis lectores, el siguiente análisis que promete grandes conquistas por parte de ‘viejos’ deportistas y por extensión a muchos de mi generación, aunque también para los más jóvenes que ciertamente me alcanzarán algún día.
Tom Brady (fútbol americano), reconocido como uno de los mejores mariscales de campo se retira a los 46 años; Roger Federer, uno de los mejores tenistas de todos los tiempos cuyo retiro se da a sus 41 años; Martina Navratilova, se retira a los 50 años con 18 grand slams; Valentino Rossi, un mito viviente del motociclismo se retira a los 42 años; LeBron James (baloncesto), 39 años y sigue siendo una de las estrellas más grandes de la NBA.
Si bien al listado anterior podemos sumar centenas de deportistas ‘longevos’ en el deporte elite mundial, les relataré sucintamente, la hazaña de un campesino sexagenario australiano, quien se presentó a correr la edición inaugural en 1983 del Ultramaratón de Sidney a Melbourne, con una distancia de 875 kilómetros y una semana de duración. Cliff Young (apropiado apellido para esta columna) corrió el evento con sus ropas poco convencionales si se comparaban con la que vestían los cientos de sus contrincantes menores de 35 años -muchos de ellos patrocinados por grandes marcas comerciales- y si bien quedó rezagado al inicio de la carrera, terminó imponiéndose con contundencia al tomar una ventaja de 10 horas a su más inmediato seguidor. Su arma secreta: la capacidad de pasar varios días sin dormir o durmiendo solo dos horas, mientras los demás competidores lo hacían por mucho más tiempo para lograr su recuperación. Su entrenamiento: desde niño correr durante tres días en las tormentas para lograr reunir las dos mil ovejas en la finca familiar de dos mil acres a falta de tractores y caballos.
A diferencia de la novela ‘El retrato de Dorian Gray’ escrita por Oscar Wilde en 1890, cuyo protagonista se mantiene joven a pesar de sus excesos y es su retrato el que envejece convirtiéndose así en un símbolo de la juventud eterna, estos deportistas élite y millones de practicantes convencionales dan cuenta de una vida saludable (buena nutrición, mejor sueño, cuidado personal, etc.) que deriva en una juventud prolongada, una vida plena y de gran calidad que resulta tentadora para nuestra sociedad contemporánea, y que redunda en un menor gasto en salud, algo muy bienvenido sobre todo en el presente cuando conocemos con mayor claridad acerca de los grandes problemas de las EPS y las IPS.
Esta columna siempre estará al servicio de una sociedad activa físicamente y demandará de autoridades, sector público y privado, ejecutorias que redunden en una sociedad feliz y saludable.