El Sirirí del pasado martes no les cayó tan bien que digamos a muchos lectores que acusaron al pajarraco de ser ave de mal agüero y de exagerar las cosas en una actitud destructora y apocalíptica.
Es más, un antiguo comerciante de San Andrés y Providencia me increpó y de qué manera con altivez acusándome de ser amigo del caos y de generar falsas noticias que repercutirían negativamente en quienes, deseosos de ir o de volver al paraíso que podría convertirse en un infierno, no se asomarán por allá por culpa de este modesto escribano que gusta de tomarle el pulso al diario pasar.
Llovieron pues críticas a raudales y hasta recuerdos a mi santa madre fallecida hace 30 años, para pensar que me quedé corto en mis apreciaciones.
Y las cifras así lo demostraron: la pasada Semana Santa fue la peor de la historia para el Archipiélago de San Andrés y Providencia, según manifestó el secretario de Turismo departamental, Juan Enrique Archbold Dau.
El funcionario agregó que la pandemia no golpeó tanto debido a la serie de ayudas y alivios bancarios que se presentaron.
Cifras de Cotelco hablan de 60 mil millones que se perdieron por una ocupación hotelera inferior al 30%. En años anteriores se registraron llegadas de 62 mil pasajeros mientras que en este año a duras penas fueron 17 mil.
La culpa -insisto- le tuvieron en buena parte las líneas aéreas estafadoras Viva Air y Ultra Air. Esas empresas, que además y a sabiendas que iban a suspender operaciones, vendieron tiquetes creando una falsa demanda en hoteles, comercio y restaurantes que se alistaron para recibir los susodichos sesenta y dos mil visitantes y -repito- no llegaron sino menos de un 30%.
Y también insisto en que al gobierno del cambio, que decía que reemplazaría con turismo los ingresos generados por el petróleo, lo cogieron con los calzones abajo y no previó semejante hecatombe que tiene arruinado el ingreso del 95% de la población que vive del turismo.
Recordemos que San Andrés ha tenido que soportar en los últimos años tres crisis económicas: la de la pandemia, la del huracán Iota y esta última con la suspensión de los vuelos de ‘low cost’, peor que las dos anteriores.
Mientras todo esto sucede, el Ministerio de Transporte ha tomado cartas en el asunto -¿la pregunta es dónde está el de Comercio y Turismo?- y dizque está preparando un paquete de medidas -todo nos llega tarde, hasta la muerte- para soliviar lo que pudo hacer tres semanas antes
Y lean esta otra perla: la tarjeta de turismo, uno de los principales ingresos para San Andes Islas, que vale 124 mil pesos por cráneo y con la cual se esperaban recoger al menos 120 mil millones de pesos, a duras penas llegarán a los 60 mil millones de pesos, es decir a menos de la mitad.
¿De qué va a vivir entonces San Andrés en estos próximos meses si tenemos en cuenta que buena parte de esa platica se la reparte la corrupción?