Los caleños estamos sumidos en un pesimismo que nos está matando. Aquí todo es malo y reprochable. Nada nos parece bueno y a cada solución le buscamos un problema. Aquí abundan los ‘peros’. Vamos a cualquier ciudad y resulta ser la maravilla, pero vívanla y verán que allá también el tráfico y los trancones son hasta peores, la inseguridad es igualita, la corrupción está en todas partes, etc., pero con una gran diferencia: en esas ciudades la gente es distinta y no como aquí que nos volvimos amargados, negativos, aburridores y jartos.
Lo anterior no significa que seamos el paraíso que alguna vez pudimos ser y ya no lo somos, seguramente por nuestra propia culpa: buenos para criticar y malos para hacer. Y lo otro es que no es cierto aquello de ‘mal de muchos, consuelo de tontos’. Ni más faltaba querer tapar el sol con las manos, pero por favor, bajémosle el tono y el volumen a esa actitud quejumbrosa y de fin del mundo que a nada bueno conduce.
Hay cosas muy graves en nuestra ciudad. Indudable. Pero también tenemos buenas noticias y muchas, que deberíamos comentar para que exista un equilibrio informativo. Recuerdo que cuando fue alcalde Rodrigo Escobar Navia propuso la creación de una agencia de buenas noticias que tuvo una gran acogida. Infortunadamente no se concretó y les garantizo que de haber sido así, otro gallo nos cantaría, seríamos distintos y no nos mirarían desde afuera con lastima y conmiseración.
Por ello, vale la pena resaltar por ejemplo que una entidad cien por ciento caleña, manejada por caleños como es la Fundación Clínica Valle del Lili, ha sido reconocida como uno de los mejores hospitales del mundo.
En el Ranking Global de Brand Finance -entidad que califica este tipo de instituciones y que tiene una indiscutible reputación de seriedad-, la Valle del Lili ha sido considerada como la primera entidad hospitalaria de Colombia, la segunda en Latinoamérica y la 32 en el mundo.
Este honor debería hacernos sentir orgullosos como para sacar pecho, pero la noticia no ha tenido la repercusión que se merece, si se hubiera dado en otra ciudad, hasta habría merecido un homenaje multitudinario o una marcha o algo para llenarnos de orgullo y de emoción.
De acuerdo con lo expresado por las directivas de la Valle del Lili “una de nuestras características diferenciadoras está dada por la fortaleza de nuestra ‘alianza profunda por la vida’ con la universidad Icesi, la cual por más de 14 años comparte valores y filosofías en busca de la mejor formación en salud.
Con estos reconocimientos reafirmamos que nuestro principal reto es permanecer en el liderazgo académico y asistencial como Hospital Universitario, fortalecer nuestras capacidades a nivel nacional e internacional y continuar con nuestra tarea e incansable directriz de formar profesionales de la salud competentes, íntegros y, sobre todo, de altas calidades humanas”.
Pero repito, semejante distinción ha pasado sin pena ni gloria salvo las reseñas de nuestros periódicos y algunos noticieros locales. La gran prensa por ejemplo destacó la noticia de manera lánguida y fría y los muchos columnistas no han dicho ni mu. ¿Qué nos pasa, qué nos pasa?