El arte de saber esperar, de no alterarte y conservar la calma, es un regalo para ti y los demás.

Todo eso lo vives y lo disfrutas cuando eliges ser paciente contigo mismo y con los otros.

La paciencia es una valiosa virtud que está muy emparentada con la tolerancia y la constancia.

Es fácil lavarse las manos y decir que otra persona te sacó la rabia o te indispuso.

No, nadie tiene ese poder, tú mismo eliges airarte y descomponerte, o controlarte y estar sereno.

Si no eres perfeccionista y asumes que cada ser tiene sus vacíos, actúas con empatía y conservas la calma.

La paciencia te regala vivencias de gracia, apaga el fuego de la ira y te ayuda a borrar la ansiedad.

Sé paciente como Jesús, como el pescador o el sembrador: son expertos en el arte de esperar de no alterarse.

@gonzalogallog