Investigadores de la Universidad de Zhejiang, China, publicaron un estudio científico que estableció los efectos que podría tener el consumo de comida frita para la salud de las personas.

Los autores del trabajo investigativo, asimismo, analizaron los efectos de la alteración del metabolismo de los lípidos y la neuroinflamación en el incremento de diagnósticos de padecimientos como la ansiedad y la depresión.

De hecho, los investigadores sostuvieron que la comida freída es común en la dieta de millones de personas, sobre todo en la cultura occidental. Además, indicaron que: “estudios anteriores ya habían recogido evidencia científica sobre los impactos negativos que tienen “los patrones dietéticos occidentales” en la salud mental”.

No obstante, advirtieron que los efectos a largo plazo del consumo de algunos alimentos fritos sobre trastornos mentales como la depresión y la ansiedad no estaban tan claros.

Vale la pena mencionar que la investigación fue de carácter poblacional y analizó la dieta de 140.728 personas y su relación con el diagnóstico de distintos padecimientos.

Entre otras cosas, encontraron que “el consumo frecuente de alimentos fritos, especialmente el consumo de papas fritas, está fuertemente asociado con un 12 % y un 7 % más de riesgo de ansiedad y depresión, respectivamente”, según explicaron el abstract de su investigación.

Además, los autores encontraron que el riesgo incrementaba cuando los consumidores eran hombres y tenían una menor edad.

Las papas fritas se preparan cortándose en forma de bastones y friéndolas en aceite caliente, suelen tener alrededor de 312 calorías.

“La razón por la cual las personas tenían más probabilidad de mostrar un deterioro en su salud mental está asociada a la exposición de largo plazo a una sustancia llamada acrilamida, que es un contaminante frecuente en algunos alimentos fritos”, afirmaron los investigadores.

De hecho, las papas fritas son uno de los alimentos que contienen acrilamida.

Según los científicos, se ha demostrado que en peces cebra ingerir acrilamida puede exacerbar fenómenos como la escototaxis, que es la respuesta a la oscuridad o la luz, y la tigmotaxis, la reacción frente a un contacto físico o una vibración. Estos comportamientos, argumentaron, son similares a los que se presentan con la aparición de la ansiedad o la depresión.

Asimismo, sostuvieron que “la exposición a acrilamida genera una afectación genética que a la larga se relaciona con la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, una membrana que se encuentra en el cerebro y que lo protege de distintas toxinas”.

El pollo frito en la opción preferida de los colombianos, según expertos. | Foto: ALEAIMAGE

“El análisis multiómico mostró que la exposición crónica a la acrilamida induce alteraciones en el metabolismo de los lípidos cerebrales y neuroinflamación”, puntualizaron los científicos. Y agregaron que estas alteraciones en el metabolismo están asociadas a la aparición de síntomas de ansiedad y depresión.

“Juntos, estos resultados, tanto desde el punto de vista epidemiológico como mecánico, proporcionan pruebas sólidas para desentrañar el mecanismo de la ansiedad y la depresión provocadas por la acrilamida, y destacan la importancia de reducir el consumo de alimentos fritos para la salud mental”, indicaron los investigadores.

¿Cómo afecta la acrilamida al cerebro?

Según expertos, la acrilamida no solo está asociada al desarrollo de trastornos que afectan y deterioran la salud mental, también hay sospechas de que tiene otros efectos negativos en el organismo.

“Estudios en modelos murinos (estudios en ratones) han encontrado que la exposición a la acrilamida incrementa el riesgo de varios tipos de cáncer. En el cuerpo, la acrilamida se convierte en un compuesto químico llamado glicidamida, la cual causa mutaciones y daños al ADN”, indicó el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos.

En el cuerpo, la acrilamida se convierte en un compuesto químico llamado glicidamida, la cual causa mutaciones y daños al ADN. | Foto: 123 RF

Pero advirtió que hay múltiples estudios epidemiológicos en seres humanos que no han logrado asociar la presencia frecuente de la acrilamida en la dieta al riesgo de padecer distintos tipos de cáncer.

“Una razón de estos resultados inconsistentes de estudios en humanos puede ser la dificultad en determinar el consumo de acrilamida de una persona basándose en la dieta reportada por la persona”, explicó la asociación médica.