El losartán es un medicamento utilizado para tratar diversas condiciones médicas, siendo la hipertensión arterial y la insuficiencia cardíaca dos de las indicaciones más comunes. La primera, la hipertensión, puede ser causada por diversos factores, como la genética, el envejecimiento, la falta de actividad física, una dieta rica en sodio, el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo y ciertas enfermedades, como la diabetes y la enfermedad renal.
Esta enfermedad, menudo se conoce como “el asesino silencioso” porque puede no presentar síntomas evidentes en sus etapas iniciales. Sin embargo, a medida que progresa, puede causar dolores de cabeza, mareos, visión borrosa y otros síntomas, de ahí a que una vez se diagnostique, los médicos deciden recetarla.
Este medicamento actúa bloqueando la acción de la angiotensina II, una sustancia química en el cuerpo que provoca la constricción de los vasos sanguíneos y aumenta la retención de sodio y agua, lo que resulta en un aumento de la presión arterial. Al bloquear los receptores de angiotensina II, el losartán ayuda a relajar los vasos sanguíneos y a reducir la presión arterial.
Ahora bien, sobre la dosis recomendada puede variar según la condición médica que esté siendo tratada, por lo que puede ser una o más veces al día, y puede tomarse con o sin alimentos. Sin embargo, es importante ser consistente en la forma en que se toma para garantizar una absorción constante.
Incluso, en personas con diabetes tipo 2 y proteinuria, el losartán puede ayudar a proteger los riñones al reducir la cantidad de proteínas eliminadas en la orina.
Hay que decir que, es importante no suspender el medicamento sin consultar a su médico, ya que la interrupción brusca podría tener consecuencias negativas, especialmente en el caso de la hipertensión.