El impacto de las olas de calor en la salud humana es motivo de preocupación a medida que las altas temperaturas continúan batiendo récords en diversas partes del mundo. Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Roehampton arrojó luz sobre los límites que el organismo humano puede soportar antes de sufrir los efectos del “estrés por calor”.

Las temperaturas extremas han sido especialmente notorias en regiones como el Valle de la Muerte en California, donde se alcanzó una alarmante temperatura de 53,3°C. En Phoenix, Arizona, una ola de calor rompió récords con 19 días consecutivos de temperaturas superiores a 43,3°C, acompañadas de noches sofocantes que no bajaron de los 32,2°C. En Europa, la isla de Sicilia, Italia, registró una histórica marca de 48,8°C en 2021, pero se teme que esta cifra pueda superarse en medio de la actual ola de calor.

La Organización Meteorológica Mundial advierte que las temperaturas podrían subir más y este pronóstico se refleja en la nueva ola de calor que azota a algunos países | Foto: El País

Ante estas condiciones extremas, las autoridades de diferentes países han emitido alertas para que la población tome precauciones y se proteja del calor, asegurándose de mantenerse hidratados y evitando la exposición excesiva al sol.

El organismo puede soportar con seguridad temperaturas entre 40 y 50 grados centígrados. Sin embargo, superar este rango lleva al cuerpo a experimentar “estrés por calor”, lo que se manifiesta en síntomas como confusión, náuseas, mareos, dolor de cabeza e incluso desmayos.

El mecanismo del cuerpo para combatir el calor implica un aumento en la tasa metabólica, lo que significa que el cuerpo consume más energía para tratar de regular su temperatura.

El proceso incluye abrir más los vasos sanguíneos cercanos a la piel para permitir la transpiración y disipar el calor. No obstante, el aumento en la temperatura corporal puede llevar a que las proteínas se desnaturalicen, afectando el funcionamiento normal del organismo y provocando una serie de efectos negativos.

Una persona usa un sombrero y mangas largas protectoras durante una ola de calor en Hong Kong el 9 de julio de 2023. | Foto: AFP or licensors

El sistema nervioso también se ve afectado por el calor extremo, lo que puede generar problemas en el ritmo cardíaco y, en consecuencia, una disminución en la eficiencia del bombeo de sangre en el cuerpo.

Esto, a su vez, puede llevar a bajos niveles de oxígeno en el cerebro, poniendo en peligro la vida de la persona afectada. Ante la gravedad de estos efectos, es crucial que las personas tomen medidas preventivas durante las olas de calor.

Mantenerse hidratados y buscar lugares frescos y sombreados son algunas de las recomendaciones básicas para protegerse del calor extremo. Además, las autoridades de salud y los gobiernos deben continuar difundiendo información sobre los riesgos asociados con el calor y establecer medidas de emergencia para atender a las personas afectadas durante estas situaciones críticas.

El observatorio del clima europeo Copernicus alertó que julio se encamina a ser el mes más caluroso jamás registrado en la historia.

En Europa, Asia y América del Norte, las altas temperaturas van acompañadas en ocasiones por devastadores incendios.

Ante esto, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió que las personas más vulnerables son los adultos mayores, bebés, niños y personas de bajos recursos, por lo que insta a protegerlos de la exposición prolongada al sol.

Una larga exposición al sol puede resultar mortal.

Sobre el golpe de calor

Es importante conocer que la piel tiende a sentirse caliente, enrojecida y en algunas ocasiones, seca. Incluso la persona puede sudar significativamente, pero en otros, a pesar del calor extremo, la sudoración puede ser escasa o nula.

Debido a la afectación cerebral, es común que la persona manifieste confusión, desorientación e incluso puede experimentar convulsiones o caer en un estado de coma.

En condiciones de alta humedad, el sudor no se evapora con la suficiente rapidez, lo que dificulta que el cuerpo se refresque adecuadamente y libere el calor acumulado. Esta situación puede agravar el riesgo de sufrir un golpe de calor.