Una mala circulación de la sangre en el organismo, se puede presentar por una presión arterial alta o enfermedades en el corazón. Para evitarlo, se pueden llevar a cabo una serie de cambios, como, por ejemplo, en la dieta o realizar más actividad física.
El portal Mundo Deportivo asegura que las personas deben realizar ejercicio por lo menos tres veces a la semana, ya que esto mejora la circulación sanguínea, debido a que aumenta el flujo sanguíneo hacia el corazón.
Lo más recomendable es ejercitarse durante un periodo de 30 minutos cada día, incluso si es actividad física de baja intensidad. Asimismo, se puede realizar ejercicios que impliquen una intensidad cardiovascular; es decir, trotar, correr, aeróbicos o deportes en equipo.
En la jornada laboral se pueden llevar a cabo pausas activas, como el movimiento de manos o pies, con el objetivo de que la sangre fluya de la mejor manera en el organismo.
Tomar suplementos nutricionales de forma constante puede ayudar a mejorar la circulación. Entre las vitaminas se incluye la vitamina C, vitaminas del complejo B, es decir el calcio, magnesio y aceite de pescado omega-3. El mencionado portal indica lo importante que es tomar los suplementos de vitamina E en la reducción de enfermedades cardiacas.
En cuanto a la alimentación, este debe ser bajos en azúcar, como las frutas y hortalizas frescas, productos lácteos bajos en grasa, carnes magras y granos enteros. En ese sentido, se debe reducir el consumo de alimentos ricos en grasas trans o grasas saturadas.
Ahora bien, si la persona es diagnosticada con diabetes hay que tener hábitos de alimentación saludable y el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales que hacer parte de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, reveló cuáles son los alimentos permitidos y prohibidos:
Así las cosas, lo que puede comer un diabético es:
1. Verduras:
- No feculentas (sin almidón): incluyen brócoli, zanahorias, vegetales de hojas verdes, pimientos y tomates.
- Feculentas (ricas en almidón): incluye papas, maíz y arvejas (chícharos).
2. Frutas: naranjas, melones, fresas, manzanas, bananos y uvas.
3. Granos: por lo menos la mitad de los granos del día deben ser integrales que incluyen trigo, arroz, avena, maíz, cebada y quinua como, pan, pasta, cereales y tortillas.
4. Proteínas: carne magra (con poca grasa), pollo o pavo sin el pellejo, pescado, huevos nueces y maní, fríjoles secos y otras leguminosas como garbanzos y guisantes.
5. Lácteos descremados o bajos en grasa: leche o leche sin lactosa si se tiene intolerancia a la lactosa, yogur, queso.
6. Grasas saludables como aceites que se mantienen líquidos a temperatura ambiente, como el de canola y el de oliva, nueces y semillas, pescados saludables para el corazón, como salmón, atún y caballa y aguacate.
- Alimentos fritos y otros ricos en grasas saturadas y grasas trans.
- Alimentos con alto contenido de sal, también llamado sodio.
- Dulces, como productos horneados, dulces y helados.
- Bebidas con azúcares agregados, como jugos, gaseosas y bebidas regulares para deporte o energéticas.
Entre tanto, la alimentación debe estar acompañado de más actividad física y Mayo Clinic, puntualizó que hay que hacer 30 minutos de actividad aeróbica moderada la mayoría de los días de la semana. No obstante, lo ideal es realizar al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada a la semana.
La información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.