Contar con una correcta digestión es un lujo que pocos pueden darse, pero que para la gran mayoría se convierte en una gran necesidad.
El kéfir es un producto lácteo, una bebida fermentada que se consume desde hace miles de años y que posee múltiples beneficios.
Tiene un sabor agradable y se le llama así tanto a los gránulos con los que se fermenta la leche como al producto resultante, que es considerado un probiótico.
Al kéfir también se le conoce como yogur búlgaro, el cual consiste en una leche fermentada rica en levaduras y bacterias que mejoran el tránsito intestinal.
Su producción se parece mucho a la del yogur natural. Y aunque hay kéfir de leche, de coco y de agua, todos contienen las mismas levaduras y bacterias. La diferencia radica en las enzimas que están presentes en uno y en otro medio
Adiós estreñimiento
Es rico en calcio y aporta vitamina K2, ayudando así a prevenir la aparición de la osteoporosis, y en la mayoría de los casos, a combatirla.
A esto se suma que previene la aparición de enfermedades urogenitales, como la candidiasis o la cistitis.
Un punto a favor es que es apto para las personas con intolerancia a la lactosa, y es también el alimento idóneo para personas que desean perder peso, ya que es bajo en calorías y muy rico en proteínas.
Este probiótico facilita la digestión, fortalece el sistema inmunológico al mantener la flora intestinal sana, combate la inflamación intestinal, combate la gastritis, ayuda a adelgazar y reduce el estreñimiento.
Una ayuda para el estómago
Otro uso que se le puede dar es tópico, ya que quienes presenten eccemas, pueden aplicarlo en la zona para tratar dichos problemas cutáneos.
Para preparar el kéfir
Para esto necesitará tarros de cristal de boca ancha con tapa, servilletas, una goma elástica, un bol para recoger la leche fermentada y un colador.
Tenga presente que debe evitar mezclar los utensilios para elaborar el kéfir con otras elaboraciones, tampoco deben ser de metal ya que el pH ácido de la leche kefirada puede reaccionar químicamente. La mejor opción es utilizar elementos de plástico.
Kéfir de leche
Es el más popular. Para hacerlo puede utilizar leche de cabra o de vaca, ya que necesita lactosa para fermentar. El aspecto se asemeja al yogur batido.
Para prepararlo necesitará 1 litro de leche y 100 gramos de kéfir. Para ello deberá colocar en un recipiente de vidrio la leche fresca y los granos de kéfir. Deje el contenido a temperatura ambiente por 24 horas. Luego cuele la leche, separe y recupere los granos que se agregan a más leche fresca.
Déjelo reposar y después de algunas horas consúmalo.
Kéfir de agua
En este caso no necesita lactosa para fermentar. En la fermentación se le añade azúcar al agua. Esta preparación es ideal para veganos o para quienes son intolerantes a la lactosa.
Para su preparación necesitará 1 litro de agua, 60 gramos de azúcar moreno y 100 gramos de kéfir.
En un recipiente de vidrio, incorpore el agua, el azúcar y el kéfir. Si quiere un toque de sabor, exprima medio limón. Tape el frasco con un paño y una cinta elástica, agítelo y manténgalo a temperatura ambiente 3 días.
Pasado ese tiempo, cuélelo y bébalo o guárdelo en la nevera. Solo podrá conservarlo una semana en la nevera.