Las espinacas son conocidas por ser una de las verduras que más se utilizan en la cocina. También se los reconoce por su aporte de nutrientes. Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, 100 gramos de alimento crudo contienen 23 kilocalorías de energía, 3,63 gramos de carbohidratos, 2,2 gramos de fibra, 2,86 gramos de proteína y 0,39 gramos de grasas.
De acuerdo con datos aportados por la Asociación Americana de Optometría (AOA) esta verdura ayuda a tener una mejor agudeza visual, una atenuación del daño asociado a los radicales libres y la oxidación, y una buena reducción del riesgo de padecer cataratas o degeneración macular asociada a la edad.
El consumo de espinaca permite otra serie de beneficios, como por ejemplo, la fortificación de las estructuras óseas, gracias a los aportes en vitaminas del grupo K, y los minerales como por ejemplo el cobre, el magnesio o el zinc, evitando contraer afectaciones como la osteoporosis con el paso de los años. O también el fortalecimiento de los músculos, gracias a sus antioxidantes, los cuales permiten que estos tejidos se vean protegidos alrededor de todo el cuerpo humano.
También ayudaría en materia cardiovascular, ya que es capaz de reducir los niveles de presión arterial. Sin embargo, es necesario resaltar que este aporte resalta en mayor medida a partir del consumo de la espinaca de forma cruda, como lo resalta el portal, Mejor Con Salud.
Frente a su forma de preparación, es un alimento altamente versátil. Sin embargo, análisis realizados por distintos expertos y reseñados por la misma fuente mencionada previamente, han permitido asegurar que el consumo directo de la espinaca cruda, permite mayores beneficios, como por ejemplo, menor cantidad de calorías, mejor retención de folatos, y menor pérdida de luteína, así como también otras sustancias que se encuentran en este vegetal, pero que a través de su periodo de cocción acaban perdiendo su presencia o su eficacia para el cuerpo.