Una piedra es lo más semejante a un cálculo renal, el cual se caracteriza por ser un objeto duro que está hecho de sustancias químicas en la orina.
Las cifras indican que la proporción de individuos que presentaron cálculos renales en los Estados Unidos aumentó del 3,8 % a fines de 1970 al 8,8 % a fines del año 2000.
Características del cálculo
Un cálculo renal es un objeto duro como una roca que está hecho de sustancias químicas en la orina.
Existen cuatro tipos de cálculos renales: oxalato de calcio, ácido úrico, estruvita y cistina.
Los cálculos de calcio son los más comunes. Ocurren con mayor frecuencia en hombres entre los 20 a 30 años de edad. El calcio puede combinarse con otras sustancias para formar el cálculo.
Los cálculos de cistina pueden formarse en personas con cistinuria. Este trastorno es hereditario. Afecta tanto a hombres como a mujeres.
Los cálculos de estruvita se encuentran principalmente en hombres o mujeres que presentan infecciones recurrentes del tracto urinario. Dichos cálculos pueden crecer mucho y obstruir el riñón, los uréteres o la vejiga.
Los cálculos de ácido úrico son más comunes en los hombres que en las mujeres. Se pueden presentar con la gota y la quimioterapia.
Entre los síntomas que pueden exhibir quienes los padecen están: el dolor intenso en la parte baja de la espalda, fiebre, náuseas, escalofríos, vómito, y una orina turbia.
Cabe mencionar que una característica especial es que cuando existe bastante desperdicio en muy poco líquido (orina), se produce la formación de cristales, los cuales vienen acompañados de otros elementos que se unen para formar un sólido que cada vez se hará más grande, a no ser que éste se logre eliminar a través de la orina.
El contar con suficiente líquido, ayudará a que dichos sólidos se puedan eliminar antes de que lleguen a causar más daño y termine de formarse el cálculo.
Entre los químicos que participan en la formación del cálculo se encuentran: el urato, el fosfato, calcio, oxalato, cistina y la xantina.
Es necesario señalar que luego de formado el cálculo, éste puede permanecer en el riñón durante un tiempo, sin moverse, provocando un reflujo de orina en el uréter, en el riñón, la vejiga o la uretra, llevando a causar un gran dolor.
O en su defecto salir sin provocar ningún síntoma.
Ojo con las señales
Para detectar si usted posee piedras en los riñones, tenga en cuenta los siguientes síntomas:
- Orina que huele mal o se ve turbia
- Fuerte dolor de estómago que no desaparece
- Fiebre
- Escalofríos
- Náuseas
- Vómitos
- Sangre en la orina
- Y sobre todo un dolor severo en cualquier lado de la espalda baja
En el momento en que hay irritación u obstrucción es cuando el cálculo renal comienza a doler, y poco a poco avanza el tiempo, el dolor también se intensifica.
Aquellos cálculos que causan síntomas duraderos u otras complicaciones requieren de un tratamiento especial guiado por un especialista, mientras que para los cálculos pequeños los analgésicos pueden ser el único tratamiento necesario. En cambio cuando el caso es más riguroso, podrá ser necesaria la cirugía.
Su diagnóstico comienza con un historial médico y las pruebas de imagen. Por medio de ellos, los médicos conocerán el tamaño y la forma exacta de los cálculos renales que usted posee.
Luego los especialistas decidirán tratar las piedras. El estado en el que están los riñones será evaluado por medio de análisis de sangre, análisis de orina e imágenes diagnósticas.
El cálculo será analizado una vez salga de su cuerpo. También se tomarán muestras de sangre para detectar calcio, fósforo y ácido úrico.
No es extraño que el especialista solicite un urocultivo, el cual se realizará tras recolectar la orina durante 24 horas para analizar el calcio y el ácido úrico.
¿Qué los causa?
A lo que se suma el ingerir demasiada fructosa, lo que se correlaciona con un mayor riesgo de desarrollar cálculos renales. La fructosa es aquella que se puede encontrar en el azúcar de mesa y en el jarabe de maíz.
En algunas personas, los antecedentes familiares y las infecciones pueden ser otro detonante.