Las fresas, conocidas científicamente como Fragaria ananassa, son una de las frutas más populares y deliciosas en todo el mundo. Su sabor dulce y refrescante, junto con su atractivo color rojo brillante, las convierte en una opción preferida en postres, ensaladas, batidos y muchos otros platos.

Estas frutas son originarias de América del Norte y América del Sur, y se cree que se cultivaron por primera vez en Chile. A lo largo del tiempo, las fresas se han cultivado en diversas regiones del mundo y se han desarrollado diferentes variedades, cada una con sus características únicas de sabor y tamaño.

Son una fuente excepcional de antioxidantes como las antocianinas, el ácido elágico y la vitamina C. Estos ayudan a proteger al cuerpo contra el daño de los radicales libres, lo que puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas y el envejecimiento celular. También, su contenido de potasio es beneficioso para mantener la presión arterial bajo control y disminuir el riesgo de hipertensión.

La vitamina C en las fresas es esencial para la producción de colágeno, lo que ayuda a mantener la piel sana y flexible, previniendo arrugas y signos de envejecimiento prematuro. Por esta razón, junto a la avena, la sábila y otros alimentos, la fresa es un ingrediente activo de muchos productos para el cuidado y salud de la piel.

La fresa es una fruta que permite la preparación de diferentes batidos y jugos en compañía de otros ingredientes naturales. | Foto: GettyImages

Todas esta propiedades han permitido que desde hace muchos años las fresas sean consideradas grandes aliadas para prevenir enfermedades como:

  • Enfermedades cardiovasculares: el alto contenido de antioxidantes puede reducir el riesgo de enfermedades cardíacas como la aterosclerosis, al mejorar la salud de los vasos sanguíneos y reducir el colesterol LDL o ‘colesterol malo’.
  • Cáncer: estos mismos componentes, además de los antiinflamatorios, contribuyen a reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer como el de colon y el de mama.
Las fresas son ricas en antioxidantes. | Foto: Libre de derechos

Incorporar fresas en la dieta es una excelente manera de disfrutar de sus beneficios para la salud. Se pueden consumir frescas, agregarlas a ensaladas, mezclarlas en batidos, hacer mermeladas caseras o incluso congelarlas. Sin embargo, es importante lavarlas bien antes de consumirlas para eliminar cualquier residuo de pesticidas o suciedad.

La cantidad recomendada de esta fruta a consumir diariamente puede variar según las pautas dietéticas y las necesidades individuales de cada persona, sin embargo, en general se recomienda consumir al menos 2 a 3 porciones de frutas al día como parte de una dieta saludable. Una porción de fresas equivale a aproximadamente 1 taza de fresas enteras o cortadas.

Pese a su gran sabor y beneficios para el bienestar del organismo, se recomienda una especial atención en su ingesta en personas con alergias, lo que podría producir picazón en la boca, hinchazón, erupciones cutáneas, dificultad para respirar o anafilaxia, así como en personas con problemas gastrointestinales que pueden causar malestar estomacal, acidez, reflujo gastroesofágico o diarrea al consumirlas en exceso.

A pesar de que las fresas contienen azúcares naturales, también tienen un índice glucémico relativamente bajo. Si se padece diabetes o se tiende a tener bajos niveles de azúcar en la sangre, es importante consumir las fresas con moderación y en combinación con otros alimentos para evitar fluctuaciones bruscas en los niveles de glucosa.

Asimismo, las fresas contienen una cantidad moderada de oxalatos, que pueden contribuir a la formación de cálculos renales en personas propensas a desarrollarlos. Si se tiene antecedentes de cálculos renales o problemas renales, es aconsejable limitar el consumo de fresas o consultar a un profesional de la salud antes de incluirlas en la dieta.