Las etiquetas de advertencia en los productos de los supermercados han sido tema tendencia. Con un diseño cada vez más contundente, estos símbolos aumentan el énfasis de la advertencia sobre los riesgos de consumir estos productos, especialmente las bebidas edulcoradas, que han estado bajo la lupa del gobierno actual.
¿Por qué ahora se consumen más bebidas edulcoradas?
El consumo de bebidas endulzadas artificialmente (ASB) está aumentando en algunos países en reemplazo de las bebidas endulzadas con azúcar. Aunque estos productos son considerados por la industria de alimentos y bebidas como una opción saludable, ya que no contienen azúcar y tienen pocas calorías o ninguna, el consumo de edulcorantes como la sacarina o la sucralosa está asociado a riesgos para la salud de las personas.
Así lo demuestra el estudio “Artificially Sweetened Beverages and Health Outcomes: An Umbrella Review” en el que han participado Cristina Díaz y Juan Pablo Rey, investigadores de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia – VIU. Según la investigación, los consumidores habituales de ASB pueden tener un mayor riesgo de padecer obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión e incidencia de enfermedades cardiovasculares.
El estudio, liderado por Cristina Díaz, realiza una revisión de la evidencia existente sobre el riesgo para la salud que supone el consumo de bebidas endulzadas con edulcorantes.
Los investigadores señalan que frente a “las afirmaciones tranquilizadoras que rodean a los productos endulzados artificialmente, existe una creciente preocupación entre muchos investigadores de que el consumo de ASB puede no ser saludable para los humanos”.
Los efectos en el cuerpo de las bebidas edulcoradas, según estudios
Entre los estudios revisados, hay investigaciones experimentales que apuntan a cambios rápidos en el microbioma intestinal en ratones y humanos, que pueden desempeñar un papel importante en la regulación del metabolismo, el apetito y el almacenamiento de grasa.
A su vez, recientes estudios experimentales en humanos han demostrado cambios cardio metabólicos rápidos y dañinos inducidos por edulcorantes artificiales. La sucralosa y la sacarina se han asociado particularmente con una intolerancia a la glucosa en adultos sanos después de solo dos semanas de suplementación diaria.
Además, un número creciente de estudios en animales ha sugerido que algunos edulcorantes artificiales pueden inducir la reactividad inmunitaria de la pared intestinal, lo que conduciría a respuestas inmunológicas desfavorables.
Enfermedades provocadas por las bebidas edulcoradas
Aunque los ASB se han recomendado históricamente para prevenir el aumento de peso o la diabetes tipo 2, el estudio indica que los edulcorantes están asociados con un mayor riesgo de obesidad o de padecer este tipo de diabetes.
Por otro lado, existe evidencia clínica de que el consumo de ASB podría influir en los receptores del sabor dulce y en las comunicaciones cerebrales. Por ejemplo, en un ensayo clínico y después de 1 año de seguimiento, el umbral de dulzura no se modificó en un grupo de participantes con sobrepeso que consumían ASB. Por el contrario, el umbral de dulzura disminuyó en los participantes con sobrepeso que recibieron bebidas sin calorías y no endulzadas artificialmente.
Apunta el estudio que los análisis realizados sugieren que los ASB podrían aumentar el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión e incidencia de enfermedades cardiovasculares.
Por el contrario, la investigación encuentra una evidencia débil respecto a la influencia del consumo de edulcorantes en enfermedades como el cáncer, la cetoacidosis diabética, enfermedades cerebrovasculares, o la enfermedad renal crónica.
“Se necesita urgentemente más trabajo experimental para determinar los efectos crónicos de los ASB sobre el peso corporal y el control del riesgo cardio metabólico”, concluyen los investigadores.
La estevia, uno de los edulcorantes más extendidos
Entre la gran oferta de edulcorantes intensivos que se encuentran en el mercado, destacan el aspartamo, ciclamatos, sacarina, acesulfamo K, sucralosa, taumatina, neohesperidina y estevia, que son capaces de endulzar entre 50 y 2.500 veces más que el azúcar y, además, casi no aportan calorías. Pero, al igual que los polialcoholes, son aditivos.
Pero la OMS va un paso más allá y se centra en la estevia: “su poder edulcorante proviene de unas sustancias denominadas ‘glucósidos de esteviol’, muy resistentes al calor, de alta solubilidad y que no aportan calorías. Pueden tomarla sin problemas las personas que no pueden consumir aspartame, uno de los edulcorantes comercialmente más extendidos. A pesar de su origen natural, no hay que olvidar que se trata de un aditivo (E960) y, como tal, tiene establecida una Ingesta Diaria Admisible (IDA: 4 mg por kg de peso corporal y día), que conviene no superar ni en adultos ni niños”.
Dicho esto, la recomendación es que la sacarina, estevia, azucarillo u otras opciones son válidas con un consumo moderado, y ninguna más perjudicial que la otra, aunque no hay tampoco ninguna particularmente sana, que se diferencia a gran escala del resto. Cada una tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La diferencia, está en el consumidor, en el estado de salud del mismo y el uso que se haga del edulcorante.