¿Alguna vez ha experimentado la sensación de tener a alguien detrás de usted y al girarse no ve a nadie? Esto se conoce como ‘presencia alucinatoria’ y aunque es algo natural en personas sanas, cuando ocurre con demasiada frecuencia podría indicar un problema en el sistema nervioso.
Riesgo de deterioro acelerado
Según un estudio publicado en la revista especializada Nature Mental Health, las alucinaciones de presencia podrían ser un fenómeno común, pero subre todo en pacientes con enfermedad de párkinson, y podrían aparecer en las etapas tempranas de la enfermedad.
Además, según los autores del estudio, afiliados a la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), los pacientes diagnosticados con párkinson que experimentan este síntoma tienen un mayor riesgo de presentar un deterioro cognitivo rápido.
El estudio, realizado en colaboración con el Hospital San Pau de Barcelona, se basó en los datos de 75 pacientes con edades comprendidas entre los 60 y 70 años que habían sido diagnosticados con párkinson. Los científicos llevaron a cabo entrevistas neuropsiquiátricas para evaluar su estado cognitivo y utilizaron electroencefalografías para medir la actividad cerebral en reposo.
Detectar la enfermedad tempranamente para intervenir al analizar estos datos, descubrieron que en los pacientes con párkinson, el deterioro cognitivo de la función ejecutiva frontal es más rápido en los cinco años siguientes en aquellos que experimentan alucinaciones en las etapas tempranas.
Conocer estas asociaciones es especialmente importante, ya que muchas enfermedades neurodegenerativas, incluyendo el párkinson, que es la segunda más común, a menudo se detectan cuando ya es demasiado tarde para intervenir y ralentizar su progresión. Identificar estos síntomas tempranos puede permitir realizar intervenciones con un gran impacto en la evolución futura del paciente y en su calidad de vida en los años siguientes.
Alimentos para cuidar el sistema nervioso
El cerebro está compuesto principalmente de tejido adiposo y requiere un suministro constante de lípidos esenciales para mantener su estructura y función. Los lípidos omega-3, que se encuentran en alimentos como pescados ricos en grasa, frutos secos y semillas, son especialmente importantes para la salud cerebral. Estos lípidos contribuyen a la formación de las membranas celulares y promueven la comunicación entre las células cerebrales, mejorando así la función cognitiva y la memoria.
Además de los lípidos, otros nutrientes esenciales para el cerebro incluyen las vitaminas del complejo B, la vitamina E, los antioxidantes y los minerales como el zinc y el hierro. Las vitaminas del complejo B, presentes en alimentos como cereales integrales, legumbres y verduras de hoja verde, son fundamentales para el metabolismo energético del cerebro y la producción de neurotransmisores que regulan el estado de ánimo y el funcionamiento cognitivo.
La vitamina E, presente en alimentos como frutos secos y semillas, es un antioxidante potente que protege las células cerebrales del daño oxidativo causado por los radicales libres. Los antioxidantes, presentes en frutas y verduras coloridas ayudan a reducir el estrés oxidativo y la inflamación en el cerebro, lo que puede prevenir el deterioro cognitivo y reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer y el párkinson.
Los minerales como el zinc y el hierro también desempeñan un papel importante en la función cerebral. El zinc, presente en alimentos como ostras, carne roja y semillas de calabaza, participa en la señalización entre las células cerebrales y está involucrado en la formación y el almacenamiento de la memoria. El hierro, presente en alimentos como carne, legumbres y verduras de hoja verde, es esencial para el suministro de oxígeno al cerebro y la producción de neurotransmisores.
Además de proporcionar los nutrientes adecuados, también es igualmente importante evitar alimentos y hábitos que puedan dañar el cerebro. El consumo excesivo de azúcar, grasas saturadas y alimentos altamente procesados puede tener un impacto negativo en la función cerebral y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. El consumo excesivo de alcohol y la falta de sueño también pueden tener efectos perjudiciales a largo plazo en el cerebro.