El café es una de las bebidas más apetecidas por las personas, en especial a la hora del desayuno o cuando cae la tarde, de hecho, numerosos estudios han demostrado beneficios en la ingesta del café, como lo son una mejor memoria, un buen estado de ánimo y la reducción del riesgo de sufrir diabetes o accidentes cardiovasculares.
Pero no todo lo que brilla es oro. Si bien algunos deciden tomarla de manera pura, es decir, sin ninguna adición, lo cual es lo recomendado, la mayoría de individuos se ve en la necesidad de agregarle azúcar para que esta bebida adquiera un mejor sabor.
Stephanie Eckelkamp, nutricionista, sostiene al respecto que “el problema es todo el azúcar, los ingredientes tóxicos artificiales que le añades a tu café cada mañana para que tengan un sabor ‘bueno’, cuando, en realidad, te darían ganas de vomitar si leyeras la etiqueta de atrás de algunos de los productos que le echas”.
Cabe aclarar que no es del todo malo si se consume en proporciones adecuadas. Los expertos han recomendado que las personas deben ingerir alrededor de 90 gramos de azúcares diarios, si se trata de un adulto cuya dieta sea de 2000 calorías al día.
Para ponerlo en perspectiva, una taza de café con dos cucharadas de azúcar, a una cantidad moderada, puede contener entre 17 y 18 gramos, el problema es que las personas no suelen tomarse solo una taza al día, ya que lo hacen dos veces, tres y hasta más. Allí hay que tener cuidado, ya que esas calorías vacías se acumulan rápidamente en el organismo.
De esta manera, aquel que tome, por ejemplo, tres tazas de café en el día, ya tendrá acumulados cerca de 50 gramos de azúcares, lo cual puede ser el límite, ya que no se están contando los que están contenidos en los alimentos que se ingieren ni en otras bebidas, que pueden ser refrescos azucarados.
Una botella de 250 mililitros de Coca Cola tiene unos 27 gramos de azúcar, aproximadamente, por lo que la sumatoria de todo esto ya está ubicando a la persona casi en el límite, y si llega a tomar otro refresco, ingerir un dulce o beber otra taza de café, simplemente se estará excediendo con la recomendación diaria, por ello es importante llevar, de manera propia, la cuenta de los azúcares ingeridos.
Al hablar solo de café, se entiende entonces tomar cinco tazas de café con dos cucharadas de azúcar cada uno ya supone una cantidad límite para el consumo diario. In extremis, beber una taza con nueve o diez cucharadas representaría lo mismo y, además, le daría un sabor irreconocible al café. Por ello, la recomendación se mantiene en dos a tres cucharadas, una cantidad moderada.
Así como el azúcar, existen otras adiciones que pueden hacer que esta bebida se torne nociva para el organismo. Estos son: sabores extras y sacarinas y derivados.
En primer lugar, están los sabores extras. Las cadenas de cafeterías en todo el mundo han empezado a añadir, por ejemplo, esencias de vainilla, avellana y caramelo, lo que hace que la bebida sepa muy dulce, y con razón. Unos 30 gramos de estos productos representan cerca de 20 gramos de azúcar, es decir que dos terceras partes del sabor es totalmente artificial.
Sobre las sacarinas, es necesario resaltar que “múltiples estudios vinculan a los sustitutos artificiales del azúcar con modificaciones del metabolismo que puede traducirse en una mayor ingesta de alimentos –porque no sacian el hambre–, daños en el desarrollo de nuestras bacterias intestinales e incluso en el aumento de las posibilidades de padecer diabetes”, agregó la nutricionista Eckelkamp.
Ante esto, alternativas como el extracto de hoja de stevia como mecanismo para endulzar el café ha sido recomendada como una de las más saludables.