Los diagnósticos tempranos de cáncer son la garantía para que los tratamientos tengan más probabilidades de acabar con la enfermedad. Por eso es fundamental que las personas estén atentas a los síntomas que quizá puedan deberse a otras enfermedades, pero si hacen parte de un cuadro sintomático de cáncer, es necesario que un oncólogo realice pruebas para descartar o confirmar un diagnóstico e iniciar lo más pronto con un tratamiento.
El caso de los cánceres de pulmón es particularmente complejo, puesto que, como afirma la Sociedad Americana de Cáncer (ACS por sus siglas en inglés), “solo causan síntomas cuando ya se han propagado”. Sin embargo, hay una serie de síntomas que, de ser tomados en cuenta y acudir por revisión a un especialista en oncología, podrían ayudar a detectar con tiempo la enfermedad.
El cáncer de pulmón puede manifestarse con síntomas diversos, por lo que si la persona presente uno o varios de forma recurrente, la recomendación es acudir de inmediato por atención médica.
El síntoma más distintivo es la tos seca persistente que va empeorando hasta manifestarse con sangre o flema marrón. Dolores en el pecho que pueden ocurrir solos o cuando la persona tose, estornuda o se ríe. Otros síntomas son la pérdida de apetito y bajar de peso sin explicación, cansancio, debilidad, ronquera, silbido en el pecho y progresiva dificultad para respirar.
La recurrencia de enfermedades como bronquitis, neumonía, gripes fuertes que no desaparecen del todo y se reactivan, son otras señales de alarma.
Una característica del cáncer de pulmón es que puede extenderse a otros órganos y partes del cuerpo, de modo que algunos síntomas podrían no estar directamente relacionados, pero ser igualmente graves indicadores de su presencia.
En estos casos, la ACS establece otras condiciones como padecimientos asociados al cáncer de pulmón, con la claridad de que solo puede ser confirmado con un diagnóstico: dolor de cabeza recurrente, adormecimiento de brazos o piernas, dolor en la espalda o la cadera, debilidad en los huesos mareos, piel y ojos amarillentos (ictericia), convulsiones y problemas de equilibrio.
Otra señal con cierto nivel de claridad es la hinchazón de los ganglios linfáticos dispersos en las axilas, cuello y en la clavícula, que aparecen como señal de alguna infección o afectación en el sistema inmunológico.
Por último, teniendo en cuenta que el cáncer aparece a través de tumores, estas formaciones cancerígenas pueden por su parte causar algunos cuadros sintomáticos específicos como el síndrome de Horner, síndrome de la vena cava superior, síndrome paraneoplásico, síndrome de Cushing, entre otras condiciones que abarcan más síntomas.