El frío podría aumentar la incidencia de enfermedades cardiovasculares, como la presión arterial alta y el colesterol elevado. Así lo concluyó un estudio de la revista North American Journal of Medical Sciences.
De acuerdo con la investigación, las bajas temperaturas activan el sistema simpático nervioso y aumentan la secreción de la catecolamina, una hormona responsable del incremento de la frecuencia cardiaca y del gasto cardiaco.
El frío, según el estudio, provoca un cambio en la composición sanguínea, lo que incide en la variación de la presión arterial, el colesterol y el fibrinógeno en sangre, proteína responsable de la formación de coágulos.
“El incremento de la presión arterial y el colesterol, junto con una vasoconstricción de las arterias coronarias y de los vasos del cerebro provocada por el frío, puede desencadenar un infarto o ictus, dependiendo de la zona obstruida”, explica el doctor Alejandro Berenguel, miembro de la Fundación Española del Corazón, en un artículo publicado por la organización.
Sumado al clima, otros factores medioambientales y de estilo de vida, como la contaminación del aire, la falta de actividad física, el cambio de los hábitos alimentarios o la facilidad para contraer infecciones inciden en el riesgo de estas afecciones.
Los expertos coinciden en que la presión arterial varía, de acuerdo con la estación. En invierno, la presión arterial es más alta y en verano tiende a ser más baja, debido a que los vasos sanguíneos se estrechan temporalmente por el frío.
De acuerdo con Mayo Clinic, cuando esto ocurre, es necesaria más presión para que la sangre pase a través de venas y arterias estrechas.
La presión arterial también puede verse afectada por un cambio repentino en los patrones climáticos, como una tormenta. Por esa razón, el cuerpo, incluidos los vasos sanguíneos, puede reaccionar a cambios repentinos en la humedad, la presión atmosférica, la nubosidad o el viento de la misma manera en que reacciona al frío.