Sin lugar a dudas, las arrugas son el signo más común del envejecimiento que se desarrolla en todos los tipos de pieles. Sin embargo, no las afecta a todas por igual.
En primera instancia, es importante reconocer que los tipos de piel se dividen en cinco categorías: piel grasa, mixta, normal, seca y sensible.
De acuerdo con los expertos, el tipo de piel no cambiará con el transcurso de los años y solo lo hará en casos particuales donde estén expuestas a cambios de clima o afectaciones en la salud.
Por eso, es pertinente conocer qué tipo de piel es más propensa a desarrollarlas para actuar con rapidez y prevenir su aparición prematura.
Pieles grasas
Este tipo de piel es una de más indeseadas, especialmente en la juventud, por la presencia de los temidos poros dilatados y el molesto brillo por todo el rostro.
“Su oleosidad puede generar la tendencia a experimentar puntos negros y granos. De hecho, la incidencia del acné aumentará en un 60% en los próximos 10 años, por lo que es común que tenga una textura poco uniforme”, sostiene la dermatóloga Elena Martínez en diálogo con Vogue España.
Sin embargo, el sebo presente en este tipo de piel cumple un papel fundamental para aplazar el paso de los años y atrasar la aparición de los signos del envejecimiento, pues la grasa permite mantener durante más tiempo el aspecto fresco y saludable.
Al ser una de las pieles privilegiadas, es importante tener ciertos cuidados que le permitan mantener la juventud del rostro.
Según Martínez, la clave es que los productos del cuidado de la piel sean oil free (libre de aceites) y no comedogénicos. “Estos productos serán libres de aceites/lípidos, es decir no son grasos. También es importante la textura de los cosméticos. Deben ser fluidas: emulsiones, sérums, geles, cremi-gel o cremas ligeras, ya que no aportan grasa”.
Pieles mixtas
A diferencia de la piel grasa, este tipo de piel se caracteriza por la producción de sebo en la zona T, es decir, la nariz, la frente y la barbilla, mientras que el resto del rostro tiene una apariencia normal, libre de la producción excesiva de grasa.
De acuerdo con los expertos en la piel, este grupo posee una buena elasticidad lo que le permite responder muy bien a los múltiples tratamientos anti-arrugas. En ese sentido, basta con una buena alimentación y unos cuidados convencionales para lucir un rostro impoluto
Por su parte, la dermatóloga Paloma Cornejo asegura que para este tipo de piel no es descabellado usar dos cremas. “Es válido que en el caso de las pieles mixtas se utilicen dos cremas, una oil free en la zona T y una con mayor contenido en aceite en el contorno de ojos y labios y en los pómulos”, manifiesta Cornejo en el portal mencionado anteriormente.
Pieles normales
La piel normal no suele generar muchas molestias, pues no tiende a presentar muchos granos y a irritarse demasiado. De hecho, su característica principal es que suele ser muy equilibrada, ya que no es ni demasiado seca ni muy grasa, pero sí lo suficientemente resistente para aceptar la mayoría de los principios activos que se usan en los productos de cuidados de la piel.
En ese sentido, las pieles normales responden bien a los tratamientos anti-arrugas por su óptima elasticidad y no suelen ser candidatas a sufrir de envejecimiento prematuro.
Pieles secas
De acuerdo con la Clínica Mayo, la piel seca es una afección común que afecya a las personas de todas las edadades y que hace que la piel se vea y se sienta áspera, escamosa y con picazón.
Además, resaltan que la ubicación de estos parches de sequedad varía de una persona a otra.
Como tienden a retener menos humedad por la falta de segregación de las glándulas sebáceas, son más propensa a las arrugas, pues esta ausencia de sebo provoca descamación y líneas de expresión.
En caso de sufrir exceso de resequedad, los expertos recomiendan utilizar aceites, cremas o bálsamos faciales hidratantes que le permitan mantener la hidratación ideal.
Pieles sensibles
Por último, las pieles sensibles son las que suelen generar más problemas. Se caracterizan por estar irritadas, rojas o tener bultos. Suele reaccionar con enrojecimiento o irritación ante cualquier producto que se utilice.
Por eso, si el objetivo es prevenir las arrugas, hay que comprobar antes las posibles reacciones ante cualquier tratamiento, haciendo una prueba con muy poco producto en una parte del rostro y ver si reacciona negativamente o no. Lo ideal es que los productos que se apliquen en la piel sean destinados para pieles sensibles y recomendados por los dermatólogos.