Cuando un dolor de cabeza que se repite con frecuencia se debe estar alerta y hasta acudir al doctor para determinar las causas del mismo y evitar daños mayores. Sin embargo, a veces preocuparse tanto no es necesario, pues en muchas ocasiones la causa puede ser bien sencilla: falta de vitaminas como la B, D o E.
Estudios científicos indican que el 90% de la población ha tenido algún episodio de dolor de cabeza en el año anterior y el 5% lo sufre prácticamente a diario.
Por increíble que parezca y a pesar de tener una gran cantidad de alimentos al alcance de todos, se pueda sufrir deficiencia de algunas vitaminas. Pero así es. Esto en parte obedece al exceso de productos refinados, aditivos y al uso pesticidas y otras sustancias químicas en frutas y verduras favorecen esta situación.
La vitamina E, por ejemplo, que es una de las sustancias encargadas de subir defensas y de evitar que los vasos sanguíneos se estrechen, por eso si hay alguna deficiencia en el organismo de la misma, la cefalea podría repetirse.
Hay que tener claro que para que se absorba bien, en el sistema digestivo debe haber grasa porque la utiliza “de vehículo”. Si no, el dolor de cabeza puede ser recurrente.
Y, además, tiene más riesgo de otras enfermedades, especialmente las personas que tienen obesidad, diabetes, colesterol e hipertensión (todos ellos o al menos tres de estos trastornos) necesitan tomar más cantidad de vitamina E (entre un 30% y un 50% más que el resto) porque, según un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, no asimilan bien esta sustancia.
También si se ha tomado antibióticos, sobre todo los elaborados con dapsona (para el tratamiento de la dermatitis).
De igual forma, durante la menstruación pueden bajar los niveles de esta vitamina.
Aunque todavía no se sabe por qué, muchas mujeres durante el período menstrual tienen unos niveles bajos de vitamina E.
Entre los alimentos que la proporcionan están los cacahuetes, avellanas, almendras, semillas de girasol y nueces del Brasil, vegetales de hoja verde, como espinacas, col rizada y brócoli y productos enriquecidos si no existe ninguna contraindicación médica.
Ahora, cuando hay carencia de vitamina D, que es una aliada de las defensas y contra la osteoporosis, pues ayuda al cuerpo a absorber el calcio, contribuye a tener unos huesos sanos además de proteger a las personas mayores de la osteoporosis.
También es fundamental para tener un sistema inmunológico saludable y disminuye la inflamación.
Sin embargo, su carencia es habitual y ocasiona trastornos musculares y óseos. Tomar el sol (aunque sea en cara y manos durante unos 15 minutos al día) es la mejor forma proporcionar a nuestro organismo.
Un estudio reciente de la Sociedad Americana de Cefaleas ha señalado que el 40% de las personas con dolor de cabeza tenía bajos niveles de vitamina D.
Cabe tener en cuenta que su carencia produce dolor musculoesquelético, parecido al de una gripe (aunque sin escalofríos).
La otra molestia dolorosa es cuando se acostumbra a concentrar –además de la cabeza– en la zona de las caderas.
Asimismo, la debilidad muscular y la fragilidad ósea.
Por eso, no se debe descartar una cefalea osteomalácica que ocurre precisamente, cuando hay ese desgaste óseo excesivo (en este caso en el cráneo).
Ante la sospecha, el médico solicitará una analítica para conocer los niveles de 25-hidroxivitamina D. Los resultados son normales si indican que está entre 30 y 74 ng por mililitro de sangre. Si es inferior, hay déficit.
Procurando que no falte esta vitamina. Los complementos vitamínicos son un buen recurso ante su falta, ya que no siempre es posible ingerirla a través de los alimentos. Siempre hay que tomarlos bajo supervisión médica.
Se requiere, por tanto, tomar más magnesio o consumir alimentos ricos en este mineral (e incluso algún suplemento) porque cuando los niveles de vitamina D son bajos, el magnesio también lo está.
Estando bajo la exposición solar de forma moderada y responsable se pueden aumentar los niveles de vitamina D. Así que salga a pasear a diario, evita las horas de mayor insolación –del mediodía a las cuatro de la tarde en verano– y opta por un protector liviano.