Las infecciones en las uñas, también conocidas como onicomicosis, son comunes y pueden causar molestias significativas si no se tratan adecuadamente.
Estas son causadas principalmente por hongos, pero también pueden ser producto de levaduras y mohos. Por ello, reconocer los síntomas a tiempo es crucial para realizar un tratamiento eficaz y así evitar complicaciones mayores.
Una de las primeras señales de una infección por hongos en la uña es un cambio de color: puede volverse blanca, amarilla, marrón o incluso negra. Esta decoloración suele comenzar en una esquina o en el borde de la uña y puede extenderse gradualmente.
En etapas avanzadas, la uña puede empezar a emitir un mal olor debido a la acumulación de desechos y al deterioro de los tejidos. También puede causar deformidades en la uña, haciendo que esta adquiera una forma irregular o que crezca de manera anormal.
A medida que la infección empeora, puede causar dolor y sensibilidad alrededor en esa zona del pie. Esto se hace más notable al caminar o al usar calzado ajustado.
Ya en casos severos, la uña puede separarse del lecho ungueal, el área de piel debajo de ella. Esta condición se conoce como onicolisis y puede ser bastante dolorosa.
Ahora bien, la presencia de sangre puede indicar una infección severa o daño en la uña, por lo que se recomienda asistir inmediatamente a un médico, al igual que si se presenta hinchazón, enrojecimiento o dificultad para caminar.
De acuerdo con un artículo de Mayo Clinic, para prevenir hongos en las uñas, estas se deben mantener limpias, secas, cortas y desinfectadas, pues si se dejan crecer mucho, habrá más espacio para que los hongos se desarrollen.
También se recomienda usar medias absorbentes o cambiar las medias a lo largo del día; elegir calzado de materiales que permitan la circulación de aire; usar sandalias en las áreas de piscina y en los vestidores y elegir un salón de uñas en el que usen instrumentos de manicura esterilizados para cada cliente.