Las exigencias laborales a las que a diario se ven enfrentados los ejecutivos que pertenecen a grandes e importantes empresas en Colombia, van de la mano con los constantes cambios en hábitos de estilo de vida que resultan influyendo en aspectos básicos del ser humano como la alimentación y el descanso.
Con el transcurso del tiempo, estos malos hábitos generan consecuencias en la salud física y mental de los empresarios, quienes son los pacientes que más acuden a citas médicas por la aparición de patologías crónicas, siendo las más comunes las afecciones gastrointestinales como la gastritis, colon irritable y estreñimiento; sin dejar de lado las neurológicas, principalmente ansiedad, falta de energía y depresión.
Al respecto, Javier Galvis, el primer latinoamericano en lograr el mérito en Medicina Funcional por el Institute for Functional Medicine de Estados Unidos, especialista en Medicina Interna y fundador del Centro Latinoamericano para el Avance de la Medicina, CLAM, habló sobre las enfermedades que más aquejan a los ejecutivos, sus causas y cómo la Medicina Funcional permite abordar estas patologías desde la raíz, más allá de los síntomas.
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¿Qué es y en qué se basa la medicina funcional?
La medicina funcional es muy distinta a la medicina tradicional -la que nos enseñan cuando nos formamos como médicos-, y está basada principalmente en la personalización del diagnóstico, con una perspectiva que permite abordar las patologías desde la raíz. Para esto, dedicamos un par de horas a un solo paciente para intentar encontrar, durante toda su vida, cuáles han sido los factores que uno a uno han permitido que el paciente llegue a donde está en ese momento. Se trata la enfermedad como si fuera un caminito de pistas que voy dejando y para revertirla debo ir recogiendo y tratando cada factor.
¿Cómo se llegó a la conclusión de que son estas patologías las más comunes en los ejecutivos en el país?
Tengo un centro que se llama Clam -Centro Latinoamericano para el Avance de la Medicina- y el perfil que manejo es ese; altos ejecutivos, gerentes y personas con necesidades de alto rendimiento. Estas son conclusiones que he obtenido de la data de mi consulta, pues desde el año 2010 atiendo a pacientes con este perfil que comparten estas enfermedades por las cuales consultan.
¿Cuál es el rango de edad en el que se encuentran los pacientes que lo visitan?
Los ejecutivos que me visitan se encuentran entre los 30 y 45 años de edad. Lo que ocurre es que, antes de los 30, le damos duro al cuerpo, trasnochamos, nos excedemos y no alcanzamos a ver las consecuencias; después de esta edad, las personas empiezan a subir en escalera corporativa y entre más ascienden, más responsabilidades y decisiones mentales deben tomar y ya no hay la misma energía. Además, empiezan enfermedades serias que dejan de estar en el terreno funcional o en un terreno donde se puedan revertir, y al paciente se le diagnostica una enfermedad crónica.
¿Cómo un paciente con este tipo de síntomas identifica que requiere de algún tipo de medicina alternativa como la funcional para tratar su enfermedad?
Lo que uno ve es que, hasta que a un paciente no le pueden asignar un diagnóstico clásico, anda volando en el sistema. Por ejemplo, llega un ejecutivo y dice que siente cansancio físico y mental, pero en la toma de exámenes, aspectos como el perfil lipídico, el azúcar y la presión están bien. Incluso, puede llegar a una consulta con psiquiatría porque el médico no le encuentra nada. En Medicina Funcional, nosotros hacemos unas pruebas de laboratorio especiales, que posteriormente son enviadas a Estados Unidos, con el fin de sacar al paciente de un limbo diagnóstico en el que se siente mal pero que la causa no se ve en una prueba clásica, sino en este tipo de pruebas avanzadas.
¿Qué aspectos distintos a los de la medicina tradicional son posibles de analizar en un paciente con los exámenes especializados que realiza un médico funcional?
Como médico funcional, por ejemplo, yo puedo saber el estado de estrés por medir el cortisol en saliva apenas la persona se levanta y en diferentes momentos de su día, lo cual no existe en medicina tradicional.
Un endocrinólogo te mide el cortisol en orina 24 hrs o en la sangre, pero si llega un paciente que le tiene miedo a las agujas, al momento de tomar el examen, sus niveles de estrés se van a subir, lo cual altera el resultado y se pierde el diagnóstico. Una cosa es que yo me levante con el estrés normal y si al medio día tengo una junta, pues a esa hora es que debo medir el cortisol. Con estos exámenes adaptamos las necesidades diagnósticas y la personalización del tratamiento, ya que estos se pueden tomar en el sitio de trabajo y no necesariamente en un laboratorio.
Además, nosotros miramos otros parámetros y a través de los exámenes también tenemos en cuenta aspectos del paciente como por ejemplo que, aunque el resultado dice que la vitamina B12 no está mal, dentro del cuerpo del paciente hace falta, porque toma omeprazol para el estrés; o es vegetariano; o el azúcar salió sospechosa y además toma metformina. Analizamos el conjunto de cosas más los síntomas, siempre escuchando al paciente. En ese sentido, con estos exámenes especiales, que usualmente tenemos convenios con laboratorios fuera del país para los resultados, son usados para medir en profundidad metales pesados, mercurio, arsénico, aluminio, plomo e incluso hormonas.
Además de la dieta y demás hábitos de cada paciente, ¿qué factores adicionales son tenidos en cuenta por un médico funcional para llegar a un diagnóstico?
En la medicina funcional a mi me interesa saber por ejemplo si el paciente nació por cesárea o no; cuántos cursos de antibióticos le dieron en la infancia; qué desayuna, almuerza y cena todos los días, además de otros datos que me permiten llegar a un grado de personalización que a uno le toma mucho tiempo, y no se queda solo en los 20 minutos de una consulta convencional. También tratamos la parte emocional, sabiendo desde cuándo se siente mal, ya que hay pacientes que dicen que los síntomas iniciaron desde situaciones como el divorcio o una pérdida familiar y todo esto influye en la explicación y en el plan terapéutico.
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¿Cuáles son los tratamientos más comunes para estos pacientes en medicina funcional?
La personalización del origen de cada enfermedad determina el tratamiento. Hay personas que necesitan vitaminas, plantas, reemplazos de hormonas o minerales. En Medicina Funcional estamos abiertos a otros tipos de terapias no convencionales, si es la experticia del médico y concuerda con lo que el paciente necesita, teniendo en cuenta la personalización del diagnóstico.
Últimamente, se ha normalizado el hecho de que una persona pueda hablar de sus emociones abiertamente, ¿contribuyen negativamente los trastornos emocionales a dichas patologías y es fundamental tenerlos en cuenta en la Medicina Funcional?
Es cierto que después de la pandemia se ha normalizado más y ya no se trata a la persona como si estuviera loca o débil, pero hay que diferenciar situaciones que representan un reto emocional que son activadoras de una enfermedad -divorcio, tusa, partos, duelo- de síntomas como depresión o ansiedad que acompañan el diagnóstico.
Por ejemplo, una depresión puede ser un conjunto de que el paciente tenga un hongo en el intestino, una deficiencia de vitamina D o una inflamación en el cerebro asociada a una intoxicación por mercurio, y no se trata de subir los niveles de serotonina farmacológicamente, ya que puede ser que el paciente no los está produciendo naturalmente, porque falta triptófano, que es el aminoácido con el que se fabrica; porque la enzima que lo convierte estaba bloqueada por el mercurio, o porque te estás gastando toda la serotonina en el intestino, que es el segundo cerebro. Se trata de buscar cada causa para que el paciente pueda catalogar el síntoma, no sólo es decir que tiene depresión o ansiedad.
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¿Cuáles son los principales hábitos que recomienda implementar o mejorar para evitar estas enfermedades?
Hay algo básico, no negociable, y son los hábitos de estilo de vida. En el sueño hay dos cosas importantes: la duración y la calidad. En promedio son 8 horas de sueño de noche y desde las nueve de la noche en adelante es donde la reparación ocurre y la melatonina -la hormona que regula el ciclo circadiano- se empieza a producir con su pico máximo de 10:00 p.m. hasta las 2:00 a.m.
En los ejecutivos, estén enfermos o no, lo más importante es meditar antes de acostarse para desconectar el cerebro de lo que estaba haciendo en el día y dejar de ver pantallas después de las 6:00 p.m., esta desconexión es importante para que la glándula suprarrenal y el cortisol mejoren; es fundamental no comer azúcar o alimentos procesados, mejor optar por alimentos orgánicos y que se tenga control de la preparación e ingredientes; hacer ejercicios que la persona disfrute, mínimo 5 días a la semana por 30 minutos y que los días de descanso estén intercalados y manejar el estrés conectando con la naturaleza.
Desde su punto de vista, ¿qué factores deben ser tenidos en cuenta por las empresas para evitar que sus trabajadores padezcan estas enfermedades?
En Colombia es difícil, porque tenemos una cultura de explotación en donde se cree que si el trabajador no está calentando un puesto entonces no está trabajando. Las empresas deben entender que a uno lo contratan para tomar buenas decisiones y que necesitan de trabajadores descansados; esto le genera ahorros a la compañía e incluso ganancias, porque entre más saludable está su ejecutivo, mejores resultados dentro de la empresa. Hay empresas en el país y a nivel mundial que ya están implementando alternativas, de hecho, patrocinan aplicaciones para que se tomen unos minutos durante la jornada y mediten. Por último, recomiendo tener cuidado con los alimentos, pues si solo ofrecen procesados y azúcares, tendrán cerebros inflamados trabajando, incapaces de tomar buenas decisiones.