Por Diego Martínez Lloreda, director de Información del Diario El País

Carlos Climent lleva más de medio siglo trabajando por la salud mental de los colombianos. Acaba de publicar su último libro ‘Depresión la enfermedad sin voz’ en la que explica como detectar y como tratar esta enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo. Y que cuando no se trata a tiempo puede conducir al suicidio.

En ese libro, del cual ya se agotó la primera edición, Climent explica que en la mayoría de los casos los suicidas dan señales del acto que van a cometer. Y que por eso, cuando una persona actúa de una forma extraña hay que estar muy atento a lo que dice.

Otro frente en el que Climent ha trabajado es el de la terapia de pareja. Y con la experiencia que le dan años de trabajar con cientos de parejas afirma. “Una infidelidad se puede superar”, humanos somos y los errores se cometen y cuando hay lealtad, apertura y la persona confiesa lo que ocurrió es posible recuperar la confianza. Lo más terrible es la pérdida de la confianza después de un acto de infidelidad.

¿Todo el que va donde el psiquiatra está loco?

No, la inmensa mayoría de la gente que va a consulta — excepto los que van a los hospitales psiquiátricos porque tienen trastornos mucho más severos, que son un porcentaje muy pequeño— que consulta al psiquiatra son personas normales, con problemas de la vida cotidiana. La pita se le enreda a la gente y de tiempo en tiempo necesita sentarse con alguien que le organice la ensalada mental y los ayude a seguir el camino. Pero existe esa situación dramática de rechazo a la psiquiatría, a la medicación, se considera que cualquiera que va al psiquiatra está loco, que cualquiera que toma antidepresivos está loco. Eso es un error que no hemos podido corregir.

¿Cuál es la diferencia entre estar bajoneado, como se dice popularmente, y estar deprimido?

Todos estamos bajoneados en algún momento de la vida, eso no es depresión. Para estar deprimido usted tiene que llenar una serie de requisitos y los ítems tienen que ver con el decaimiento, con la lentitud en los movimientos, tristeza, sentimientos de culpa, desesperanza, pérdida de interés y placer en las cosas, etcétera.

¿Uno nace con predisposición a tener una personalidad deprimida o eso se va formando?

Hay dos tipos de depresión, para hablar en términos muy groseros: la depresión endógena, que es la que no tiene una causa externa, y la exógena, que es la que tiene causas externas. Si se le murió un familiar, si le robaron la bicicleta, tuvo una quiebra, lo dejó la novia, etcétera, eso son causas externas, eso corresponde a una depresión exógena, pero las depresiones endógenas no tienen una causa conocida, le caen como un rayo a la persona.

¿Personas que tienen salud, plata son exitosas, pueden deprimirse?

Claro que sí. La enfermedad bipolar, que es la que tiene periodos de aceleramiento y periodos de depresión o decaimiento muy probablemente tiene elementos genéticos hereditarios y esto, de todas maneras, el tratamiento es parecido para una enfermedad y para otra. Para la enfermedad bipolar hay aspectos que deben tenerse en cuenta.

Algunas depresiones, sobre todo cuando no se tratan, terminan en suicidio. ¿Todas las personas que cometen suicidio de una manera u otra avisan?

La mayoría de los pacientes que se suicidan han dejado alguna información probablemente muy sutil y que la gente que lo sobrevive dice después: ‘claro, yo sí notaba que algo raro le pasaba’. Y viene la culpa.

Carlos Climent, psiquiatra caleño, dice que cuando una pareja no tienen futuro y lo mejor sería que se separen.

¿Cuándo una persona dice que se quiere suicidar, hay que pararle bolas? Uno puede pensar este está con ganas de chicanear o me quiere chantajear.

Yo siempre le presto atención a eso, de hecho, con todos los pacientes yo pregunto si hay ideas suicidas: estar pensando en la muerte y pensar en que yo quisiera salir de esta situación de angustia y de desánimo tan brutal que tengo y yo creo que la solución puede ser que yo me muera. Entonces empiezan a pensar en la forma como podrían tirarse del décimo piso. A la gente que dice que está pensando en suicidarse, hay que tomársela en serio. No hay cosa más terrible que un suicidio, para la familia y por supuesto para el médico que tiene que enfrentarse a esa tragedia.

Otro tema en el cual usted ha trabajado mucho es el de la relación de pareja. ¿Cómo detecta usted que una pareja tiene futuro o no?

Hay parejas que no tienen futuro y lo mejor sería que se separaran. Pero el primer intento que tiene que hacer el profesional es ver la manera de ayudar a estas personas. Que no necesariamente implica que sigan como pareja. Hay que ayudarlos a que sigan como pareja si hay un compromiso verdadero, si hay amor de verdad.

La mujer no confrontó a su esposo inmediatamente tras descubrir la supuesta infidelidad (imagen de referencia). | Foto: Getty images / fizkes

Si hay el deseo de continuar, si se ama a la otra persona, las posibilidades de que puedan superar la crisis son muy grandes, entonces, el primer esfuerzo que tiene que hacer un terapista es constructivo. Entonces, se habla con las dos personas en grupo, luego, con una persona individualmente y posteriormente con la otra, se reúnen después nuevamente en grupo y se llega a la conclusión de si realmente eso tiene arreglo.

¿Una pareja que pase por un caso de infidelidad de uno de los miembros puede superar eso?

Eso se puede superar, humanos somos y los errores se cometen y cuando hay lealtad, apertura y la persona confiesa lo que ocurrió es posible recuperar la confianza. Lo más terrible es la pérdida de la confianza después de un acto de infidelidad.

La pérdida de la confianza del cónyuge herido va a determinar mucho si eso tiene posibilidades de recuperarse o no y en los casos en los que eso se puede recuperar es porque ha habido total transparencia y una total apertura y las dos personas están dispuestas a rehacer el camino.

Hablemos de un tema que usted tocó en su más reciente columna: el edadismo. ¿Qué es eso?

El edadismo es la discriminación por razón de la edad, de hecho, no solamente aplica a los adultos mayores, aplica a las personas de todas las edades, porque hay discriminación contra los niños, adolescentes, los jóvenes; contra la persona que a los 40 años pierde su trabajo y no lo reciben en ninguna parte porque está muy viejo. Pero, en especial el edadismo se refiere a la discriminación contra los mayores.

Esta cultura suele asumir que los viejos son inservibles, que son una carga, que hay que archivarlos y resulta que el mundo está lleno de ejemplos cada vez más numerosos de gente extraordinaria, que tiene 90 y 100 años. Henry Kissinger tiene 100 años y tiene una lucidez que envidiaría alguien de 40. “A los 100 años estamos descaradamente vivos”, dice.

¿Una persona que a los 62 años se pensiona debe irse a su casa, a cuidar el jardín, a descansar, porque ya ha trabajado mucho?

La recomendación es clarísima a este respecto. Uno no se debe jubilar jamás del todo. Usted puede dejar las actividades aburridas que está haciendo, pero pasar a hacer algo y ocuparse.