El reconocido actor estadounidense Will Smith y su esposa Jada Pinkett, sin esperarlo, se convirtieron en tendencia, cuando la semana pasada decidieron hablar y hacer público un suceso que ocurrió hace cuatro años y medio.
Según los mismos actores, en un momento que sentían que su matrimonio no tendría salvación, optaron por tomarse un tiempo, sin divorciarse. En ese periodo Jada contó que entabló una corta relación amorosa con el joven rapero August Alsina.
A pesar de que en el video ambos actores hablan tranquilamente de la situación, dando a entender que es algo del pasado y que nunca hubo secretos entre ambos, el público y los medios empezaron a tildar el actuar de Jada como una infidelidad contra el ‘príncipe de Bel Air’. Esto se debe, en mayor medida, porque el concepto de ‘relación abierta’ o poliamor, no es un tema recurrente en la cultura occidental, es casi tabú y es mal visto por los conceptos de pareja y familia que se tienen en este lado del planeta.
“Los humanos, como especie, no somos monógamos. Por naturaleza somos polígamos, pero aprendimos a ser monógamos para la construcción social, por la cultura, las creencias, la crianza, los principios y los propios límites y normas”, explica Edinson Pazmiño experto en parejas y terapeuta sexual.
Según Frauky Jiménez, psicóloga clínica especialista en terapia sexual y de pareja, realmente existen un total de diez tipos de relaciones de pareja, cada una con sus normas y especificaciones, pero se ha optado por aglomerarlas a todas bajo el nombre de ‘amor libre’.
Pazmiño también aclara que las relaciones abiertas, al igual que las monógamas, constan de un ‘acuerdo’, en este caso donde las personas pueden interactuar con otra gente, ya sea sentimental o sexualmente, pero bajo ciertos parámetros y normas, que permitan una relación sana e impedir que se vuelva algo tóxico.
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Tipos de relación
Existen tres grandes categorías para enmarcar las relaciones: la monogamia, la no-monogamia sin consensuar, o sea las infidelidades; y la no– monogamia consensuada.
De esta última se desglosan ocho tipos de relaciones:
1. El matrimonio grupal, y la poligamia.
2. Los swinger: nuevas experiencias sexuales en compañía de la pareja.
3. El polisexo: hay exclusividad afectiva, pero sin exclusividad sexual.
4. El poliamor: se mantiene una relación amorosa con varias personas a la vez, con pleno conocimiento y aprobación de todos.
5. La anarquía relacional: una relación sin etiquetas.
6. La pareja liberal: no hay reglas al cómo y cuándo pueden tener intimidad o enamorarse de otros.
7. La poli autonomía: una monogamia consensuada, con mucha independencia emocional.
8. La mono–poli: de forma honesta y consensuada, una persona de la pareja mantiene vínculos sexoafectivos fuera de la relación mientras que la otra persona no.
El diálogo
Las parejas deben preguntarse por qué y para qué quieren una relación abierta.
En las relaciones longevas, si solo es para ‘salvar’ la relación, los expertos recomiendan mejor la búsqueda de un terapeuta. Pero “si un matrimonio lleva mucho tiempo en la monogamia, a veces al decidir abrir la relación los integrantes de la relación pueden llegar a sentirse culpables o avergonzados por haber estado con un tercero, pese a que se dio el permiso”, comenta la psicóloga Jiménez, quien ha atendido este tipo de casos.
Igualmente, las relaciones que comienzan siendo abiertas no necesariamente están destinadas al éxito, ya que puede haber enamoramientos no planeados, que desencadenarían en la ruptura de la relación, como lo ha visto Jiménez en consulta.
Pazmiño recalca que lo más importante es el diálogo, la sinceridad y la transparencia, ya que “si no se mantiene una buena comunicación y se pretende distorsionar la palabra ‘abierta’, habrá una pérdida en la confianza al otro, en la lealtad y en la confianza en uno mismo”.
¿Un respiro?
Tras años de matrimonio, algunos buscan un respiro emocional, sin divorciarse, y pueden optar por tener una relación abierta.
Para el especialista Edinson Pazmiño, el éxito de ese ‘respiro’ dependerá de la situación de la pareja, ya que “si venían mal, la relación abierta podría o mejorar las cosas o finalizarlas por completo. Pero, si la relación tenía buen mantenimiento, buen nivel de madurez y de comunicación, la relación abierta puede ser favorable, porque generaría nuevas aventuras y aprendizajes que nutrirán la relación”.
Pero ojo, los respiros matrimoniales no necesariamente necesitan una libertad sexual y/o afectiva. Las parejas deben acordar los términos y normas de ese respiro.
Mil y un experiencias
Según Pazmiño, experto en parejas, el ‘amor libre’ puede: crear una comunicación más asertiva y transparente dentro de la relación; aumentar la madurez emocional individual; traer beneficios eróticos, en cuanto que se pueden incentivar las fantasías sexuales.
También permitiría conocer diferentes lenguajes afectivos y podría ayudar a fortalecer la relación de pareja, generando un alto nivel de confianza y trayendo cosas nuevas para fortalecer ese vínculo.
Pero, aclara Pazmiño, todo esto solo es posible si la relación es sólida, bonita, con una sexualidad plena y “donde se busca la relación abierta para nutrir y fortalecer y no para salvarla”. Además, para que la experiencia sea un éxito, se deben estipular desde el inicio acuerdos, parámetros y límites claros, “preferible si es por escrito y no solo verbal”.
Celos de tu boca...
Para Ana Cristina Mallarino, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja, pocos logran acomodarse a las relaciones abiertas.
“Los integrantes de la pareja deben tener una buena autoestima, madurez emocional, saber lo que quieren y no tener complejos”, ya que los celos son una posible y desfavorable consecuencia de la relación abierta, una emoción que podría arruinar e intoxicar la relación”.
Otro problema es la distorsión o la poca claridad en los acuerdos, lo que podría generar conflictos que conllevarían a la ruptura, panorama seguramente no deseado al entrar en la dinámica. Los expertos recuerdan la importancia de protegerse para evitar contraer enfermedades de transmisión sexual.