En la era digital actual, estamos constantemente rodeados de pantallas, ya sea en forma de teléfonos móviles, tabletas, computadoras o televisores. Estas pantallas emiten una luz azul que puede tener efectos perjudiciales para nuestra salud.
De acuerdo con diversos estudios, apuntan a que los efectos no solo son a nivel físico al deteriorar el estado de la piel y provocar fatiga ocular, sino que también puede afectar a nivel psicológico al causar trastornos en el sueño, dolores de cabeza y cansancio.
¿Qué es la luz azul?
La luz azul es una parte del espectro de luz visible que tiene una longitud de onda corta y una alta energía. Se encuentra de forma natural en la luz solar, pero también se emite de manera artificial a través de las pantallas electrónicas.
La luz azul es beneficiosa durante el día, ya que ayuda a regular el ritmo circadiano y nos mantiene alerta. Sin embargo, la exposición excesiva a la luz azul artificial, especialmente durante la noche, puede tener consecuencias negativas para la salud.
1. Disrupción del sueño:
Uno de los efectos más conocidos de la luz azul de las pantallas es su capacidad para interferir con el sueño. La exposición a la luz azul durante la noche suprime la producción de melatonina, una hormona que regula el ciclo del sueño. Esto puede provocar dificultades para conciliar el sueño, alteraciones en la calidad del sueño e incluso insomnio crónico. La falta de sueño adecuado puede tener un impacto negativo en la salud general y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas.
“La luz azul es la más potente a la hora de estimular los fotorreceptores de la retina y la vía retino-cortical, provocando por tanto una disminución de amplitud en la síntesis de melatonina (hormona del sueño), que es clave en la inducción y el mantenimiento del sueño”, explica Juan José Ortega, vicepresidente de la Sociedad Española de Sueño (SES).
2. Fatiga ocular:
La luz azul de las pantallas también puede causar fatiga ocular, conocida como fatiga visual digital. Pasar largos períodos de tiempo frente a las pantallas puede hacer que los ojos se sequen, se irriten y se sientan cansados. Esto se debe a que la luz azul tiene una longitud de onda corta que es más intensa y puede penetrar más en el ojo. La fatiga ocular puede provocar molestias, visión borrosa y dificultad para enfocar, afectando negativamente nuestra productividad y bienestar.
3. Daño a la retina:
La exposición crónica a la luz azul de las pantallas puede tener efectos perjudiciales en la salud de la retina. La luz azul de alta energía puede penetrar en la retina y dañar las células fotosensibles. Esto puede aumentar el riesgo de desarrollar degeneración macular relacionada con la edad, una enfermedad ocular que puede causar pérdida de visión en la edad adulta. La protección de los ojos contra la luz azul es especialmente importante para aquellos que pasan largas horas frente a las pantallas.
4. Alteraciones en el estado de ánimo:
La exposición prolongada a la luz azul de las pantallas también puede afectar el estado de ánimo. Se ha observado que la luz azul suprime la producción de serotonina, una sustancia química que regula el estado de ánimo y promueve la sensación de bienestar. Esto puede llevar a una mayor susceptibilidad a la depresión, la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo. Limitar la exposición a la luz azul puede ayudar a mantener un equilibrio emocional adecuado.
5. Trastornos del sueño en niños:
Los niños son especialmente vulnerables a los efectos negativos de la luz azul de las pantallas. La exposición a la luz azul antes de acostarse puede interferir en su ciclo del sueño, lo que resulta en dificultades para conciliar el sueño y una menor calidad del mismo. Además, algunos estudios han sugerido que la exposición excesiva a la luz azul en la infancia puede aumentar el riesgo de problemas de desarrollo visual. Es importante establecer límites en el uso de pantallas y fomentar hábitos saludables antes de dormir.
6. Daño en la piel:
Cuando la energía que produce la luz azul de los dispositivos electrónicos es absorbida por la piel, puede generar moléculas de oxígeno inestables (radicales libres) capaces de dañar la piel y acelerar su proceso de envejecimiento.
Vanessa Troset, cosmetóloga especializada en productos que protegen la piel contra la luz azul, afirma que “estos radicales libres pueden comprometer el colágeno de la piel, responsable de mantenerla tensa, flexible y joven. La exposición prolongada a la luz puede provocar la descomposición del colágeno y la elastina, causando la aparición de arrugas, líneas finas y flacidez de la piel”.
7. Riesgo de obesidad:
Investigaciones recientes han encontrado una posible relación entre la exposición a la luz azul de las pantallas y el aumento de peso. La luz azul puede interferir con la regulación del apetito al afectar los niveles de hormonas que controlan la saciedad y el hambre. Además, la exposición nocturna a la luz azul puede interrumpir el ritmo circadiano, lo que puede conducir a cambios en el metabolismo y una mayor propensión a la obesidad.
Por lo anterior, la luz azul emitida por las pantallas electrónicas puede tener efectos negativos en la salud. Desde la alteración del sueño y la fatiga ocular hasta el daño en la retina y los trastornos del estado de ánimo, por eso, es crucial tomar medidas para protegerse de los efectos perjudiciales.
Sin embargo, los expertos recomiendan consultar con un profesional de la salud para obtener un diagnóstico y así saber qué medidas puede tomar para garantizar un cuidado óptimo de la salud visual y general.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.