Para disminuir la ansiedad las personas acuden a diferentes mecanismos: algunas lo hacen con el cigarrillo, otras con el alcohol, y muchas otras, con la comida. Especialmente con la ingesta no controlada y consciente de alimentos altos en calorías, grasas y azúcar, que son desencadenantes de la obesidad.

Justamente, la obesidad es uno de los problemas de salud pública más relevantes en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, OMS. Sin embargo, su relación con el aspecto psicológico de las personas no es de amplio conocimiento.

Sobre esta temática en particular, la psiquiatra Stella Guerrero disertó durante el simposio ‘Cali, unidos por la obesidad: El cuarto jinete del Apocalipsis’, organizado por el Hospital Universitario del Valle. Su intervención fue el pasado viernes en el auditorio Carlos Manzano de ese centro hospitalario.

La doctora, de la Fundación Valle del Lili, expone que para el caso particular de los pacientes con obesidad, el estrés es un factor a tener en cuenta porque suele ser el desencadenante de las alteraciones de alimentación que presentan.

Resalta además que los pacientes con sobrepeso, en muchos casos, también sufren un estrés adicional debido al maltrato, el abuso y la estigmatización, factores que pueden terminar, incluso, en un cuadro de depresión.

Los pacientes que sufren de obesidad llegan a crear un mecanismo para evitar las sensaciones negativas: el consumo de alimentos altos en calorías. Y quedan inmersos en un “círculo vicioso” porque les cuesta identificar qué es lo que los lleva a aumentar el consumo: la comida se convierte en el instrumento adaptativo para el manejo del estrés.

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“Hay pacientes que expresan que no pueden seguir la dieta porque sienten mucha ansiedad por comer, pero cuando uno profundiza en el tema se de cuenta de que no es así. Puede suceder que tengo hambre y la estoy identificando como ansiedad, o tengo ansiedad y la estoy manejando con comida. Si eso es así, lo más seguro es que cada que sientan malestar tengan como primera opción comer”, sostuvo Guerrero, psiquiatra de la Fundación Valle del Lili.

A los pacientes con sobrepeso se les dificulta ser conscientes de lo que están comiendo y también de sus emociones en relación con la parte física. “Son pacientes con una tolerancia muy baja a la frustración. Tienen una asociación mórbida (que causa enfermedad) entre su estado de ánimo y la comida”, puntualiza.

Medidas

La doctora habló además sobre las medidas que se están aplicando hoy para ayudarles a los pacientes a identificar este tipo de situaciones en las que se asocia la ansiedad con el consumo de comida y, en ese sentido, crear estrategias para manejar el problema.

La galena se enfocó en la utilización del mindfulness, una técnica para lograr que el paciente enfoque su mente en el presente sin juicios, es decir, que pueda llevar a cabo un proceso de manera consciente.

Guerrero asocia el mindfulness con un huracán. En ese sentido, esta técnica pretende que cada uno sea capaz de estar en el centro de todo ese caos y observar todo lo que está ocurriendo sin perder la calma.

El mindfulness pretende lograr una conexión entre la mente y el cuerpo que permita saber qué, por qué y cómo se están ingiriendo los alimentos. Tal vez, uno de los logros más importantes que tienen las personas con obesidad a través de esta técnica es que podrán enfocarse en las verdaderas necesidades físicas y emocionales del cuerpo a la hora comer.

Cosas que parecen sencillas, pero que no lo resultan tanto para quienes presentan obesidad como: saber si de verdad hay hambre o no, o si ya han comido lo suficiente, pueden aprenderse por medio de la técnica del mindfulness.

Según comenta, cuando los pacientes empiezan a aplicar esta técnica paulatinamente van dejando de pensar en los atributos externos de la comida y se enfocan en los internos: la plenitud, la satisfacción. El resultado de esto es que se comienza a tomar decisiones más informadas sobre los alimentos.

La especialista explica que esta no es una técnica para bajar de peso en sí misma, sino que puede ser un apoyo al compendio de aspectos multidisciplinarios con los que se está tratando al paciente que tiene sobrepeso. La idea es que el paciente pueda aprender a identificar si de verdad tiene hambre o es una emoción no atendida, y lo que tiene que hacer para satisfacer esa necesidad.

Con este entrenamiento las personas deberán lograr manejar su impulsividad: concentrarse más en las necesidades individuales y, así, poder regular la ingesta de alimentos.

Cómo cambiar

La psiquiatra indica que existe un imaginario colectivo acerca de que es muy difícil poder cambiar los malos hábitos alimenticios.

Su recomendación es trabajar de la mano, en principio, con un endocrinólogo, porque no todos los organismos son iguales y desde esta especialidad se puede llevar un control adecuado; con un deportólogo, debido a la importancia de la actividad física en el proceso; de un nutricionista que lleve el control de la dieta; y de un psicólogo, que en estos casos juega un rol fundamental para que el paciente pueda triunfar en el proceso.

Con el trabajo en conjunto de los especialistas se puede determinar de forma más rápida y eficaz las necesidades del paciente. “Es un proceso que requiere tiempo, pero que no es imposible”, asegura.

Acciones nocivas

“Es que si el bebé o el niño llora es porque tiene hambre", es una de las frases a veces dichas por los padres, olvidando preguntarse si, en cambio, el infante tiene el pañal sucio, siente frío o necesita una muestra de afecto.

Lo que va a suceder en estos casos, explica Guerrero, es que “le vamos a enviar el mensaje de que ese malestar (el llanto) siempre se va a solucionar con la ingesta de comida”.

Lo mismo pasa con las famosas ‘pataletas’ que hacen los niños y que, en ocasiones, son calmadas por los padres con dulces o con comida.
Otra cosa que “nos han enseñado es que no podemos tener el estómago vacío: es algo catastrófico”. Según expone, muchas personas cuando experimentan esta sensación ingieren alimentos para calmarla, desconociendo ”que por sí mismo eso no significa que tengan  hambre”.