Según la Fundación Española del Corazón, uno de cada cinco adultos padece hipertensión, un trastorno que provoca cada año, por complicaciones derivadas, 9,4 millones de muertes en todo el mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La tensión arterial elevada o hipertensión es la causa de la mitad de los fallecimientos por accidentes cerebrovasculares y cardiopatías, y es la primera causa de enfermedad y mortalidad en los países desarrollados.
En ellos su diagnóstico y tratamiento ha hecho posible que, en los últimos años, haya disminuido de forma significativa el número de personas afectadas por esta enfermedad.
Los tratamientos actuales han contribuido a reducir la mortalidad por cardiopatías. Así, en 1980, el 31 por ciento de los adultos americanos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), padecía hipertensión. En 2014, ese porcentaje había descendido al 18 por ciento.
¿Cómo combatir la hipertensión?
Además de la edad, la diabetes, niveles elevados de colesterol y antecedentes familiares, existen otros factores de riesgo sobre los que podemos actuar, como el estrés, la obesidad, la ingestión de alcohol, el tabaquismo, una dieta poco saludable, el sedentarismo y el abuso de sal.
Según los especialistas en el tema, cambiar el estilo de vida es, en ocasiones, suficiente para mantener bajo control la presión arterial. Asimismo, abandonar el consumo de tabaco, adoptar una dieta lo más saludable posible, hacer ejercicio regularmente, evitar el alcohol y tomar menos sal serían cambios indispensables.
Por eso es imprescindible promover un modo de vida saludable, y ello incluye la ingesta de cinco porciones de fruta y verdura al día, la reducción de grasas –especialmente las saturadas– y la disminución de la sal que acompaña a los alimentos.
¿Qué comer y qué evitar?
Entre los alimentos que no deben faltar están los frutos rojos como arándanos, frambuesas y fresas que contienen antocianinas, compuestos que protegen contra la hipertensión.
Las frutas y verduras también ayudan a regular la presión arterial, pero el plátano, por su alto contenido en potasio, se asocia a unos bajos niveles de hipertensión.
De igual forma, el limón que es un antioxidante y depurativo, ayuda a eliminar la rigidez de los vasos sanguíneos, lo que contribuye a prevenir la hipertensión. Además, el limón contiene vitamina B, capaz de evitar la insuficiencia cardiaca.
Los cereales integrales como la avena, el centeno o el trigo integral pueden estabilizar la presión sanguínea, según investigaciones de la Universidad de Harvard.
Una buena forma de consumirlo es untar con ajo nuestras tostadas y añadir un chorrito de aceite. El ajo presentado en cápsulas o los negros son una buena opción para las personas más sensibles a su olor y a su fuerte sabor.
Otros alimentos son la remolacha, las papas, la alcachofa, los lácteos desnatados, el chocolate negro.
Pero definitivamente lo que se debe evitar es la sal, que es un mineral esencial, pero al ser alto en sodio provoca que el cuerpo retenga líquido, lo cual aumenta la presión sanguínea., por lo tanto, debe reducirse a menos de 5 gramos diarios –una cucharadita de café–, pero si se padece hipertensión, sustitúyala por hierbas y especias libres de sodio. Los alimentos procesados contienen grandes cantidades de sal, por lo que resulta conveniente no incluirlos en la dieta si es hipertenso. De igual forma, el alcohol, los dulces, carnes rojas. margarinas y mantequillas, encurtidos, ahumados y conservas, fritos, lácteos enteros, ya que los productos lácteos (leche, yogures, quesos) son una buena fuente de minerales como el calcio y magnesio, pero también contienen grasa saturada y sal, que incrementa la presión. La alternativa es optar por los lácteos descremados, menos grasientos y también menos calóricos.