GRANADA
Covid-19 cierra ahora las puertas de Carambolo, el icónico restaurante de Granada
Con 22 años de historia, el icónico restaurante caleño pone fin a su ciclo. “No se puede reinventar lo que está bien inventado”, advierte Lola Serna, su propietara.
Con su figura grácil, como de bailarina flamenca, parecía danzar entre las mesas. No se sabía qué era más reconfortante, si la cocina latina de Carambolo o la sonrisa serena y la bienvenida de Lola Serna.
Eran, en todo caso, parte de la misma magia que se traducía en platos como ‘Sofía Vergara’ (lasaña de plátano maduro con ragú), ‘Remedios la bella’ (estrellas de yuca rellenas de pollo en leche de coco) o ‘Un vestido rojo para bailar bolero' (sopa de tomate y vegetales horneada con cubierta de hojaldre).
Con 22 años de historia, el icónico restaurante caleño pone fin a su ciclo. “No se puede reinventar lo que está bien inventado”, advierte Lola, quien ante la inminencia de la llegada del Covid-19 a la ciudad cerró temporalmente las puertas de Carambolo, y no contempló la posibilidad de abrir domicilios.
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“Carambolo no era solo un restaurante, era un lugar de encuentro, para disfrutar la brisa de las tardes caleñas, la música, la experiencia entera. Carambolo no nació como un restaurante de domicilios y girar en esa dirección implicaba cumplir otros protocolos, normas, decretos. No podíamos garantizar, con domicilios, la calidad habitual de nuestra comida. Poner en juego el nombre, el cumplimiento y la reputación trabajada a pulso a lo largo de tantos años, no fue para nosotros una opción. En todo caso, los domicilios habrían representado si acaso un 10% de nuestros gastos, ni siquiera habríamos cubierto lo básico. Nuestra decisión fue cerrar y dejar en la mente de nuestros comensales, al menos, el recuerdo hermoso de lo que fue”, explica Lola.
Y lo hace con la voz adolorida de quien enfrenta un duelo, porque carambolo no fue solo un negocio, “ha sido mi familia, mi alegría y motivación de cada día. Mis colaboradores no eran empleados sino familia que nos acompañó en buenas y malas. Cuando llegó la cuarentena seguimos todos adelante hasta donde nos alcanzara el aliento. Y ese punto ha llegado”, añade.
Recuerda que hace unos 10 años vivieron una crisis grande, cuando la administración local decidió renovar las calles y andenes del barrio Granada, en obras que tardaron mucho más tiempo del presupuestado.
“Los restaurantes de Granada la pasamos muy mal en ese entonces, con las calles rotas, en total incertidumbre, resistiendo con las uñas. Muchos se fueron o cerraron, nacieron otras zonas gastronómicas y la gente percibió de forma distinta a Granada. A pesar de todo seguimos apostando por el barrio, y por Cali la ciudad que adoramos. Si tomábamos créditos y nos endeudábamos lo hacíamos con mente positiva y en oración, esperando que las cosas saldrían bien y que en algún momento todo mejoraría”.
Pero esta vez no es solo un barrio ni unos restaurantes, sino el sector entero el que ha sido golpeado a lo largo y ancho del país. “Anuncian alivios, pero para nada alcanzan a compensar lo mucho que los restaurantes devolvemos a la sociedad en empleos, en pago de impuestos cada vez más altos, en apoyo a la cadena de proveedores de alimentos, a las plazas de mercado, a los campesinos, a la ciudadanía”, dice Lola.
Envía un mensaje a los gobiernos nacional, regional y local: “La gente del sector está ahogada y por más nombre o fama la crisis ha dado un golpe muy bajo. Pido que haya apoyo y visibilidad para el sector gastronómico. Es urgente. Hay que ver lo que hacemos por la ciudad todos los días, y entre más formales somos más cargas asumimos. El apoyo que recibimos versus lo que damos ya no nos deja respirar”.
Sobre lo que hizo de Carambolo ese gran símbolo caleño de la gastronomía, Lola admite que fueron pioneros, creativos y tomaron riesgos grandes. “Nuestros platos eran sencillos pero con ingredientes óptimos y máximo cuidado por el espesor de las salsas, por el punto de las carnes y las frituras, y hasta los nombres de los platos, como ‘Sofía Vergara’, nuestra inolvidable lasaña de plátano maduro, eran tema de conversación. En Carambolo se vivía ese espíritu caleño libre y cálido, que los extranjeros perciben de inmediato al llegar: allí iban las mujeres en los vestidos y tacones más elegantes, e igual de cómodos se sentían los que llegaban en shorts y sandalias. Eran iguales todos, los políticos famosos, Juanes, Rosario, Diego El Cigala, y las familias que celebraban un grado, un aniversario. El cariño, el afecto, la generosidad, todo era natural, nada era ficticio allí”, recuerda Lola.
Desde que anunció el cierre en su cuenta de Facebook, la empresaria lleva dos día recibiendo incontables mensajes de afecto y solidaridad por parte de sus muchos clientes y amigos, “siento nostalgia pero tengo de ustedes y de Carambolo los mejores recuerdos de mi vida. A todos los llevo en mi corazón, gracias por hacerme tan feliz”.
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"Supe por mi madre que cierran Carambolo"
"Después de tantos años debe generar mucha nostalgia.
El apego debe de ser muy grande por haber sido un bebé al cual diste a luz y has visto crecer durante tantos años. Marcará un giro definitivo en tu vida, precipitado por la llegada del Covid. Recuerdo con cariño las noches que pasamos con ‘las brujas’; llegábamos de otras partes del país o del planeta, para encontrarnos con alegría en Carambolo. Fuiste una de las pioneras del barrio, la chispa que lo encendió. A Carambolo lo siguieron más restaurantes y almacenes. Gracias a eso se reactivó la vida social en una Cali triste y deprimida, encerrada y ensimismada. Gracias Lola por tan linda labor...”.
Fragmento de un mensaje de Andrea Romero, arquitecta caleña.
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