54 ministros, ¡así es imposible!

54 ministros y 126 viceministros es el ‘selecto’ grupo que ha ejercido el poder en el gobierno de Gustavo Petro. Más allá de la sorpresa por el número elevado y la alta rotación, no hay adjetivos para el estilo gerencial del Presidente, y mientras tanto, el país sufre.

Sin embargo, Petro convocó la semana pasada una marcha por las reformas sociales, aduciendo que hay fuerzas oscuras en el ‘establecimiento’ que le han impedido llevar a cabo sus objetivos reformistas. Tal vez, luego de dos años y medio, sería bueno pensar que el problema no es el ejercicio del Legislativo, sino el ejercicio del Ejecutivo, que está bajo su mando. Es imposible diseñar, articular e implementar políticas públicas con este nivel de rotación en los cargos más altos del Estado.

La burocracia estatal es un sistema altamente jerárquico y necesita de jefes que direccionen con claridad. Pero si duran pocos meses, como el ministro de Hacienda, poco se puede articular con otras carteras, pues la colaboración requiere de tiempo, confianza y de deponer los egos; cosa que tal vez no se le da muy bien a este equipo de trabajo.

Por ejemplo, la política de salud, lejos de mostrar avances, ha quedado atrapada en una serie de medidas improvisadas, promesas incumplidas y una profunda desconexión entre el diseño y las necesidades reales de la población. En lugar de fortalecer la red pública hospitalaria, mejorar la eficiencia en la distribución de recursos o garantizar el abastecimiento de medicamentos, el esfuerzo del gobierno no se traduce en soluciones concretas ni sostenibles. Y, por el contrario, esta semana vimos el drama de personas cada vez más enfermas en una escena totalmente inhumana.

Las EPS, en crisis financiera, han denunciado retrasos en los giros por parte del Estado, mientras que las IPS enfrentan deudas crecientes y problemas de caja. Los proveedores de medicamentos, a su vez, alertan sobre la imposibilidad de mantener inventarios ante la incertidumbre en los pagos y la falta de una política clara de abastecimiento. La falta de una estrategia integral por parte del gobierno agrava la situación y la improvisación ha reemplazado la planificación técnica. No existen lineamientos claros para enfrentar el desabastecimiento, no hay transparencia en los contratos con proveedores, y la articulación entre los niveles de gobierno es prácticamente inexistente. La centralización de decisiones, sin diálogo con expertos, territorios ni actores del sistema, ha minado la capacidad de respuesta ante la emergencia. Y mientras tanto, la gente esperando.

El resultado es un sistema en el que reina la incertidumbre, donde la vida de miles de colombianos depende de decisiones tardías o mal ejecutadas. La crisis de los medicamentos no es solo un problema administrativo, es una manifestación clara de un modelo de salud que ha sido desatendido, desfinanciado y mal gestionado. Y esto no es culpa de senadores o representantes, esto es responsabilidad del gobierno, pues quien implementa las políticas es el Ejecutivo bajo el liderazgo del señor Presidente.

Igual destino ha tenido la Educación, que será motivo de otra columna, el fomento del empleo, el fortalecimiento a las Mipymes, el agro y tantos otros sectores que no están recibiendo los resultados esperados. La invitación es a cambiar la prioridad de campaña del Presidente y sus alfiles, por las prioridades de los colombianos. Hay derechos como la salud y la educación con los que no se puede jugar políticamente por el buen desarrollo de un país y su gente.