El ofensivo feminismo presidencial

El análisis político, gerencial y comunicacional del consejo de ministros realizado esta semana, ha opacado un aspecto que me pareció ofensivo: la referencia de Petro al feminismo. Tanto la vicepresidenta Francia Márquez como Susana Muhamad, ministra de Ambiente, se opusieron al nombramiento de Armando Benedetti como jefe de despacho presidencial. “Como feminista y como mujer, yo no me puedo sentar en esta mesa con Armando Benedetti. Obviamente, la decisión está en sus manos”, dijo Muhamad.

Cuando lo lógico fuera una clara fijación por parte del Presidente de una postura de defensa de la mujer en este país que tiene un vergonzante índice de feminicidios y que no toleraría la más mínima ofensa contra ellas, transcribo textualmente su respuesta. Imposible mayor cobardía y mediocridad: “El feminismo no es para destruir al hombre, como el hombre no es para destruir a la mujer. Si somos amantes de la vida, tenemos que ser amantes de lo que produce la vida. Sexo, en primer lugar, erotismo, decían los griegos y romanos. Al final, el amor en el caso pareja. En el caso humano, cualquiera que sea la pareja porque no hay amor solitario, este lo mata a uno. Ese amor es el motor de la existencia y de la vida humana mamífera, que va más allá de los humanos e implica que ni el hombre destruye a la mujer ni esta destruye al hombre (...) Yo evito feminismos que destruyen al hombre como he visto hombres por millones que destruyen la mujer al punto que la matan porque no admiten una mujer libre porque son patriarcales y machistas; hay izquierdas machistas que no permiten que la mujer suba. En la guerrilla el que más ascendiera era el que podía subir la montaña caminando sin perder el paso. A mí nunca me venció una montaña y siempre estuve al lado del campesino, pero eso no me llevó a pensar que la mujer no tenía que ser igual al hombre. Ahora sabemos que tenían menores de edad o las mataban si quedaban embarazadas. Le exigían no tener el hijo. Eso es nuevo. Es de traquetos. La mujer que quedaba embarazada por amor, en el M19 se le daba permiso y ella decidía si retornaba”. “Cuando heríamos un soldado, hacíamos que lo atendiera la guerrillera más bonita”.

De allí Petro pasó a hablar de san Pablo y su conversión, pues “la vida es un fluido (...) El hombre perfecto no existe”. Hizo referencia a la dialéctica de Hegel, cuyo libro dice haber leído, aunque fue “horriblemente entendible, ya que era un alemán que no sabía escribir, muy distinto a García Márquez”. Todo para fortalecer su argumento de una segunda oportunidad para su socio de andanzas. “Ya verán el desarrollo de Benedetti. Es problema de él”.

Con esto pretendió callar las voces femeninas del gabinete y de otras como la del ministro de Cultura, Juan David Correa, quien renunció y trinó: “Un maltratador de mujeres no es aceptable”. Confieso que me ha sorprendido el silencio de las mujeres frente a la despreciable argumentación de Petro. Algunos, burlonamente, pretenden compararlo con la respuesta de la señorita Antioquia en el reinado del 2008: “Hombre con hombre, mujer con mujer, pero también hombre con mujer y del mismo modo en sentido contrario”. Esa fue una combinación de ingenuidad y nerviosismo de aquella joven.

Ahora esta pantomima es del Presidente de la República que estuvo con el M19, quienes secuestraron y mataron con sevicia a Gloria Lara. Integrantes de una subversión que secuestró mujeres que nunca aparecieron y que permanecen en nuestra mente; que ejercían prácticas de esclavismo sexual, como lo ha demostrado la JEP. Un presidente que premia con altos cargos a quienes son reconocidos como agresores de las mujeres y a él no le importa.

Es tan incoherente en lo que dice y hace como lo que con seguridad no entendió del libro de Hegel.