Columnistas
Ilusiones y realidades
No olvidemos que en democracia siempre debemos buscar el diálogo y la concertación social.

En la vida, suele ocurrir a veces que tendemos a confundir ilusiones con realidades. Cuando las primeras son fruto de sueños muy personales que muchas veces poco consultan la vida real o tienden a desconocer lo que poco a poco, bien o mal ya han venido construyendo o haciendo realidad otros seres humanos, ocasionalmente con dificultades, otras con sacrificios, ensayos, errores, encierran el peligro de no llegar a ser posibles o reales. Es necesario soñar manteniendo un pie en la realidad y sobre todo sin desconocer lo que ha sido posible y lo que no, tratando de entender el porqué, para que los sueños puedan volverse realidad.
Ese tipo de experiencias son las que más deben de tener en cuenta las personas que aspiran a tener cargos de responsabilidad política, social, académica o estatal a fin de evitar que las improvisaciones en temas sociales, económicos o estatales, tiendan a confundir ilusiones con las propias realidades que pueden estar viviendo las personas de las zonas urbanas y rurales en un país determinado.
Por ejemplo, cuando yo tenía unos 15 años, recuerdo que trataba de combinar mis estudios en la secundaria con mis labores como caddie de golf en el Club Campestre de Cali. Esa dura experiencia de vida fue la que me llevó luego, cuando fui gobernador elegido por voto popular del departamento del Valle del Cauca, a no discriminar o satanizar con mi política de diálogo social a ninguna persona y menos a los alcaldes de los 42 municipios del Valle del Cauca que, al igual que yo, también habían sido elegidos por voto popular. En ese mismo camino, trataba de entenderme institucionalmente con el presidente Álvaro Uribe Vélez, por quien nunca voté, como también con los ministros de su gobierno y con los sectores empresariales, sociales y étnicos del Valle del Cauca.
He querido recordar lo anterior para manifestar que la vida, que es tan corta en nuestro breve paso por la tierra, no la podemos encarar con odios, resentimientos y menos contribuyendo a dividir a las personas entre buenas o malas. Que debemos trabajar para saber unirnos en la diferencia y para construir una vida mejor para todos.
Esa por lo menos ha sido mi filosofía de vida y ella es la que posiblemente puede explicar todas mis actuaciones cuando sindicalista, luego en los diversos cargos públicos nacionales e internacionales que he ocupado en el Estado y sobre todo, mis convicciones personales de que los seres humanos y mucho más en Colombia, debemos tener nortes éticos como la cero tolerancia con la corrupción, el despilfarro, la mentira, la violencia, las desigualdades sociales, con los contaminadores ambientales y con todas aquellas personas que ven al Estado como medio para enriquecerse. No olvidemos que en democracia siempre debemos buscar el diálogo y la concertación social.
Como en lo personal, deseo que tanto al presidente Petro, como a cada uno de los servidores públicos elegidos por voto popular les vaya bien, muy fraternalmente les solicito que desde esas responsabilidades que hoy tienen, contribuyan a desarmar la palabra y a una política de diálogo social y entendimiento entre diferentes.
Como en el Estado en su conjunto, una cosa son las ilusiones de los servidores públicos y otra muy diferente la realidad social, económica y política que vive Colombia, considero conveniente que el presidente Petro aplace la presentación de su proyecto de ley sobre la consulta popular y antes, por el contrario, convoque a un diálogo social entre diferentes para procurar un acuerdo nacional concertado sobre los temas fundamentales que deben contener la reforma laboral y la de salud en Colombia.
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