El pais
SUSCRÍBETE
Daniel Molina
Daniel Molina | Foto: El País

Columnistas

James no es una farsa

Si de algo se ha caracterizado es por ser alguien real, que se equivoca como nosotros, que hace pucheros cuando algo no le gusta, que le da pereza el frío...

4 de julio de 2024 Por: Daniel Molina Durango

James Rodríguez es el hombre del momento en Colombia gracias a su excelente desempeño en la Copa América. No hay día que pase y que su nombre y sus jugadas no resuenen en los noticieros, programas de radio y redes, ratificando que en nuestro país ese sentimiento de amor / odio y viceversa hacia él, es una de las grandes paradojas que tenemos.

No nos metamos mentiras. James ha sido un tipo golpeado por la mayoría de nosotros, los colombianos (me incluyo), que nunca pudimos admitir que no se convirtiera en ese futbolista que todos soñábamos que fuera.

En el 2014, luego de que deslumbrara al planeta con su zurda en el Mundial de Brasil y llegara al Real Madrid, muchos soñamos sin techo con él, como si su talento y su vida fueran cosas nuestras. Nos lo imaginamos metiendo goles en las finales de la Champions, peleándole el Balón de Oro a Messi y a Ronaldo, y, por qué no, conquistando cuanto trofeo se le atravesase. Pero lo que muchos olvidamos, es que todos nos labramos nuestro camino con las decisiones que nos parecen las correctas en determinados momentos.

Así como James significó para muchos la frustración de ese astro de talla mundial que no terminó por consolidarse en la élite, algunos de nosotros también hemos sido el médico que nunca fue, el abogado que no sobresalió, el periodista que no se hizo reconocido… Las expectativas de los demás son un tema muy bravo y nadie debería vivir con ese peso a cuestas.

Por ende, el James que tenemos ahora no es esa farsa que muchos hemos pensado que ha sido. Si de algo se ha caracterizado es por ser alguien real, que se equivoca como nosotros, que hace pucheros cuando algo no le gusta, que le da pereza el frío y que no le gusta trabajar donde no se siente ni a gusto, ni querido, y eso también debería ser respetable. ¿Cuántas personas se han sentido mal en un trabajo, casa o espacio determinado y pese a esto se aferran a ese lugar por miedo a dar un salto al vacío?

Si de algo deben estar agradecidos los que de verdad sienten la camiseta de la Selección Colombia, es que el salto al vacío de James siempre sea caer en los brazos de la tricolor, donde es el segundo goleador histórico (27 anotaciones), donde fue Bota de Oro de un Mundial y donde no niega una gota de sudor.

Ahora, con la cinta de capitán, tres asistencias y catorce recuperaciones de pelota en tres partidos, James tiene ilusionado al país con su segunda Copa América. Quienes siempre lo han respaldado tienen derecho a cobrar, y los que no, debemos admitir que él siempre ha sido lo que ha querido ser, y que eso también es un acto de vida aplaudible.

AHORA EN Columnistas