Columnistas
PIB y salario mínimo
Esta tendencia es la que muestra la relación entre el salario mínimo anual vigente (SMAV) y el PIB per cápita (PIBpc), que ha disminuido de manera impresionante en las cuatro décadas pasadas.
El debate sobre el aumento del salario mínimo suele darse en una perspectiva de corto plazo: cuánto fue la inflación y el aumento de la productividad del año anterior; cuál va a ser su impacto sobre los precios; va a aumentar las ventas de las empresas o a propiciar la informalidad y el desempleo, etc. Pero también es necesario ver la evolución del salario en un horizonte de tiempo más amplio y en el contexto de la Pugna Distributiva.
La semana pasada mencionaba que una tendencia de largo plazo era la pérdida de participación del salario mínimo en la producción nacional, lo cual significaba que, en el pulso por la apropiación de los ingresos que se da en la negociación salarial, la tajada de los trabajadores había disminuido. Esta tendencia es la que muestra la relación entre el salario mínimo anual vigente (SMAV) y el PIB per cápita (PIBpc), que ha disminuido de manera impresionante en las cuatro décadas pasadas.
En 1983 el salario mínimo era de $111.132 y el PIBpc era $140.223 (ambos en pesos corrientes), es decir que el primero equivalía al 79% del segundo; para 2022 el SMAV nominal se había multiplicado por 108, llegando a $12 millones en el año mientras que el PIBpc había crecido 202 veces llegando a $28,4 millones, de manera que esta relación se había reducido a 422%.
Esta pérdida de participación afecta a la gran mayoría de la población, puesto que el 82% de las trabajadores colombianos ganan menos de 2 SMAV.
Así se comprueba al ver que ha pasado con la relación entre el Salario Medio de la economía (SM) y el PIBpc. En 1983 el SM era alrededor de 1.6 veces el SMAV, es decir unos $177.800 que equivalía al 127% del PIBpc. En 2022 el SM era 1,4 veces el SMAV, es decir unos $16,8 millones al año, monto que solo representaba el 59% del PIBpc.
¿Qué significa que el PIBpc (es decir la producción de la economía que en promedio le corresponde a cada individuo) haya crecido casi el doble que el SMAV? No es una pregunta fácil de responder y debería suscitar un interesante debate entre los economistas, pero me atrevo a aventurar algunas hipótesis.
La primera, de Perogrullo, es que el aumento de la productividad de la economía no se ha trasladado al SMAV, es decir que no se ha cumplido uno de los parámetros para la fijación del SMAV, según la cual su crecimiento debe ser igual a la inflación más la mejora en la productividad.
Corolario de la anterior es que el aumento de la productividad fue apropiado por los dueños del capital o por los trabajadores que ganan mucho más que el SMAV. En cualquier caso hay un impacto sobre la distribución del ingreso, lo que podría ayudar a explicar porque en Colombia a pesar de la notoria reducción de la pobreza no ha disminuido el índice de Gini de la concentración del ingreso.
Otra hipótesis, sugerida por un colega, es el gran aumento de la oferta de trabajo, -la población trabajadora se multiplicó por 1,4 en el período considerado-, que jugó el papel del ejército de reserva que permitió mantener controladas los aumento salariales.
La única conclusión clara es que el tema del salario mínimo es sobre todo un problema de economía política y de pugna distributiva.