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¿Quiere tener hijos?

¿Tiene sentido traer a un hijo para no poder colocarle tu sello educativo, puesto que el entorno del niño es más potente que el amor y protección familiares?

25 de marzo de 2025 Por: Gloria H.
Gloria H.
Gloria H. | Foto: El País.

Es posible que usted pertenezca al grupo de los que sueña con tener hijos, estilo bebés de ‘Johnson & Johnson’ donde la alegría y las sonrisas eran evidentes. Tiene derecho a su ilusión. En el mundo en que se formaron muchas generaciones, los hijos eran asumidos como una bendición. Le daban sentido a la vida de sus padres, en especial a la de la mujer (que no hacía nada diferente a criarlos, ¡para eso nació!).

En los cambios vertiginosos de hoy (¿final de los tiempos?) los hijos los concibe la pareja, o sola la mujer (madre soltera) pero estos ya no son educados por sus padres, y no porque no quieran, sino por la simple razón de que es más fuerte la influencia de las redes del celular que un almuerzo familiar. Educan más los amigos, la tecnología y los influenciadores que papá y mamá, que por más que deseen, ni siquiera pueden compartir con sus niños el tiempo anhelado. Es casi como aceptar “traigo hijos para que los eduque (o enloquezca) la sociedad”. Tenaz, pero la supuesta responsabilidad paterna se diluye cada vez más en medio del caos de la cultura.

Pero por si le quedan dudas de lo que es una familia y de ‘su influencia’ en la vida de sus hijos, lo invito a que vea la serie Adolescencia en Netflix. Allí se observa la impotencia, la desconexión, las distancias, los intereses económicos, las buenas intenciones, entre otras creencias, que dan al traste con todo lo que se cree es una familia, de acuerdo con los viejos estándares de educación.

La familia es un sistema, por eso se le denomina mundo sistémico, lo que en lenguaje simple significa que todo está conectado, que todo repercute en todo. La vibración familiar, buena o mala, afecta a todos los integrantes del grupo. Entonces vienen los interrogantes: ¿Tiene sentido traer a un hijo para no poder colocarle tu sello educativo, puesto que el entorno del niño es más potente que el amor y protección familiares?

El tema del sexo, su manera de concebirlo, el género, el bullying, el lenguaje cuyo significado es desconocido para el adulto, la culpa, los remordimientos, los símbolos, resultado: los padres hoy son una generación perdida que se quedó sin herramientas de educación. ¡Qué desconexión tan abismal! Entonces, ¿para qué concebirlos?

Sí, demógrafos, economistas, políticos, deben cranear otras formas de sobrevivencia, puesto que hay menos niños y la pirámide demográfica se invierte, de manera que los adultos son mayoría frente a la disminución de nuevas generaciones. La sobrevivencia humana está en peligro porque lo conocido se modifica a pasos agigantados y se deben construir caminos alternativos.

Pero en esta evolución no solo es importante lo material. La concepción del modelo familia (matrimonio, fidelidad, exclusividad, hijos que se quieren por igual), todas aquellas creencias son las que están expuestas a una reingeniería. Como si nada de lo que se enseñó tuviera vigencia en una época invadida por otras necesidades.

La desmitificación de la familia es una urgencia de salud mental donde hay que priorizar el poder del mundo interior, la responsabilidad de las decisiones personales y la urgente necesidad de trasmitir conceptos de espiritualidad o trascendencia. Es otro mundo y no solo a nivel global o material, ni es ‘solo’ un tema de aranceles. Allí, en familia, en la concepción de pareja y vínculos afectivos, es donde se está produciendo un tsunami de efectos sorprendentes.

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