Columnistas
Repetir o cambiar
Nadie puede perder vista nunca, que existe un factor que se denomina ‘valor agregado’ y que de él dependen la transformación y el verdadero crecimiento.
Si partimos de la premisa de que todo cambia para dar espacio a la evolución, es el momento de reflexionar, cuando comienza un nuevo año, y pensar en que el ciclo de vida tiene exigencias, retos y metas que alcanzar.
No hay nada más tedioso, envolvente, pernicioso y nocivo que aposentarse en una rutina que termina cumpliendo un ciclo, pero de lo mismo, de espaldas a una realidad que exige, que demanda mayores energías y que requiere de la puesta en marcha de un espacio creativo, que esté dispuesto a aportar, a estimular el crecimiento, a transformar, a descubrir las nuevas realidades.
Cada día, cuando nos levantamos de la cama, no debemos pensar solo en lo común y corriente, en lo de siempre, en poner en marcha una mecánica para hacer lo mismo, es decir, la repetición de la repetidera. Esa actitud es la del estancamiento, la que impide el avance, la que antena contra el cambio y la que imposibilita la evolución.
La rutina siempre conduce a la indiferencia y coloca una barrera a la creación de nuevos espacios, y en esta forma podemos decir que definitivamente el que no crea, no transforma, y el que no transforma no crece.
Con frecuencia solemos apegarnos a paradigmas que nos indican modelos perfectos, acciones satisfechas, realidades inmodificables, estándares rigurosos y ahí nos vamos encasillando en lo mismo, creyendo que simplemente lo hacemos bien y que los ideales están cumplidos.
Pero mientras tanto existen otros que no están conformes, que dedican considerables espacios de tiempo para pensar, para diseñar nuevos lugares, para asomar escenarios insospechados, y son estos los que van rezagando al resto de la humanidad que se halla detenida en lo mismo.
Nadie puede perder vista nunca, que existe un factor que se denomina ‘valor agregado’ y que de él dependen la transformación y el verdadero crecimiento.
Hacer lo que otros hacen, es más de máquinas que de humanos; hacer lo que otros no se han imaginado que se podía hacer, es lo propio de las mentes creativas y de quienes en verdad están abordando el futuro.
Tuve un profesor en mis estudios doctorales que cuando hacía el examen, no preguntaba nada sobre los textos trabajados en el curso, nunca solicitaba referencias o repetición de los contenidos; simplemente asomaba un tema del curso y preguntaba: “¿Cuál es su aporte?”.
Esa es entonces la pregunta que hay que resolver en este año que empezamos a transitar. Ojalá las respuestas al final sean abundantes y ahí se podrán hallar los verdaderos motivos de la transformación y del crecimiento.