Columnistas
Agua viva que transforma
Con el bautismo, comenzamos nuestro camino de santidad, por medio del cual Dios nos llena de esperanza.
Por monseñor Édgar de Jesús García Gil, obispo emérito de Palmira
Este curioso rito del bautismo de Jesús tiene varios significados: La Trinidad manifiesta oficialmente a Jesús como el Mesías enviado por Dios. “Mi siervo Jesús es ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo”. La paloma es un signo que baja a su propio nido. La voz del Padre lo identifica como: “Tu eres mi hijo amado en ti me complazco”. Su misión queda bien señalada: “Manifestará la justicia a las naciones. Será luz de las naciones. Abrirá los ojos a los ciegos y liberará a los cautivos de la cárcel”.
El agua, elemento extraordinario de la naturaleza. Vivimos gracias al agua. Y, si nos ahogamos morimos. Pasar por el agua es una pascua. Al sumergirnos somos sepultados y luego al salir, resucitamos. El bautismo de Jesús santifica el agua de nuestro bautismo.
El bautismo de Juan era de conversión y el bautismo de Jesús nos hace Hijos de Dios en el Espíritu Santo y en la verdad. Somos ungidos con el crisma, aceite de oliva perfumado, nos convertimos en Cristos, cristianos llamados a expandir el buen olor de la caridad cristiana.
Juan Bautista es un profeta de transición, una bisagra entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Es “la voz que clama en el desierto”, mientras que Cristo es la Palabra. Juan prepara los caminos para Jesús con una predicación contundente, llamando a la conversión de una vida pagana hacia la propuesta de Dios. Muchos de sus discípulos pasaron a ser seguidores de Jesús.
Con el bautismo, comenzamos nuestro camino de santidad, por medio del cual Dios nos llena de esperanza. A su vez, somos llamados a contagiar esta esperanza a nuestros hermanos, especialmente a través de un testimonio cristiano de amor misericordioso y misionero. Por esto, somos peregrinos de la esperanza. Nadie se salva solo; nos salvamos en comunidad, como Iglesia, como Pueblo de Dios, cuando caminamos juntos y nos apoyamos mutuamente en los avatares de la vida.