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Trump 2.0

Esta semana los ‘trumpistas’ también tuvieron su decepción.

25 de enero de 2025 Por: Muni Jensen
Muni Jensen
Muni Jensen | Foto: El País

Llegó pisando duro en Washington el nuevo Presidente americano. Aunque nadie esperaba una transición suave, sorprendió su rapidez para echar reversa al mandato de Biden y gran parte del orden internacional existente. Con resignación y bajo una ola de frío y nieve sin precedentes, este lunes Washington recibió a Donald Trump, a su extensa familia, sus controvertidos nominados para el gabinete, y a su cuadrilla de mega millonarios empresarios. También desembarcaron triunfantes sus seguidores, la mayoría blancos, vociferantes y armados de gorras rojas. Los locales, en una ciudad todavía pequeña, en su mayoría liberal, diversa y multicultural, se resisten a aceptar otra vez la realidad de Trump en la Casa Blanca.

Esta semana los ‘trumpistas’ también tuvieron su decepción. El clima (aunque algunos sospechan que fue una excusa) obligó a los organizadores a cancelar la tradicional ceremonia al aire libre desde las escaleras del Capitolio, frente a un público de miles en los jardines extensos del famoso ‘Mall’. La ceremonia, que se trasladó a última hora a la rotonda del edificio, contaba con espacio para poco más de 800 sillas. Trump, enamorado de las multitudes de fans, dijo adiós a la pompa y ceremonia y los saludos al pueblo Maga, que llegaron en buses y terminaron viendo la investidura en pantallas gigantes en el estadio cercano.

A pesar de los contratiempos y el auditorio apretado, la posesión dio mucho que hablar, desde el discurso desafiante del mandatario hasta el severo sombrero de su elegante mujer. El discurso presidencial y la lista de los asistentes enviaron un mensaje contundente: el gobierno cambiará de manera drástica y fundamental.

Apretados en el improvisado salón, estaban hombro con hombro tres cuadrillas: La primera, la familia, que tanto poder ejerció en el pasado. Aunque los titulares han cambiado, la dinastía todavía manda. La segunda, los escogidos para el nuevo gabinete, pendientes de la aprobación del Senado, un grupo que ha generado preocupaciones sobre ética y competencia, y que serán aprobados uno por uno por un Congreso amigo. El tercer grupo, y el más sorprendente, son las cabezas de las empresas más importantes del mundo, que se han arrodillado ante Trump por interés y oportunidad, algo que no logró en su primer mandato. Desde Elon Musk hasta el dueño del imperio de Louis Vuitton buscan pescar en el lago del presidente. Para agregar color, invitaron a Milei de Argentina, Meloni de Italia y Noboa de Ecuador, y la esposa de Jair Bolsonaro, y algunos representantes de la oposición en países socialistas. Las imágenes de estos personajes reflejan una lista de amigos y enemigos desde el primer día.

En su discurso, el Presidente habló de fortalecer a unos Estados Unidos en decadencia, reemplazar el ‘desastre’ con una agenda donde prima la soberanía, seguridad y justicia. Desbarató de manera desafiante a Joe Biden, que escuchaba sin expresión a su lado. Se lanzó con un manifiesto contra la inmigración, incluyendo promesas de deportaciones, anunció el fin a los tratados ambientales y las políticas de inclusión. Repitió su amenaza de activar aranceles como castigo a países vecinos y lejanos, y prometió la exploración ilimitada de petróleo. Prometió acciones expansionistas reales y simbólicas hacia Panamá y México, declaró guerra a las pandillas y a los terroristas en las ciudades americanas y las lejanas. El discurso fue más una lista de mercado que una investidura, con promesas que cumplió horas después, al firmar una manotada de 27 decretos, que echan reversa a cuatro años de mandato demócrata.

La semana termina con aire de cambio. Algunos dicen con desdén que han llegado los oligarcas al poder. Otros piensan que Trump es el salvador. Se habla de guerra comercial con México y cese al fuego en Ucrania. Los inmigrantes se esconden, no dejan que sus niños vayan al colegio y suspenden las misas en español para evitar redadas. Los mercados suben y bajan y suben, los amigos del presidente celebran, los demócratas no saben armar una oposición seria, y las instituciones globales tiemblan. La nieve se derrite muy despacio en Washington y la propiedad raíz se alborota con los nuevos habitantes. El terremoto Trump nuevamente crea réplicas en la capital y en el mundo entero.

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