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Volver al Centro

Es necesario que volvamos a creer en él. Es preciso visitarlo, cuidarlo, apoyar sus comercios...

14 de marzo de 2025 Por: Ossiel Villada
Ossiel Villada Trejos
Ossiel Villada Trejos. | Foto: El País

“Del barrio Obrero a la 15, un paso es…”. Como todos los salseros de esta ciudad, cuando yo era niño y escuché por primera vez esa melodía, asumí que la orquesta del maestro Willie Rosario y su cantante Chamaco Rivera hablaban en ella sobre el centro de Cali.

Me parecía lo más natural del mundo. Porque nadie nos había explicado, en ese entonces, que la canción fue compuesta en homenaje a un barrio y una parada de bus que llevan los mismos nombres en el sector de Santurce, en San Juan, Puerto Rico.

La historia real la descubrí después, pero yo elegí dejar en la banda sonora de mi alma la versión equivocada que me había formado inicialmente. Y lo hice porque esa melodía me ha conectado siempre con un lugar que nunca ha dejado de resultarme querido: el centro de Cali.

Desde siempre he visto cómo el Centro ha tenido que cargar, injustamente, con un estigma derivado de nuestras propias incoherencias y equivocaciones.

Hasta hace muy poco tiempo, nadie en esta ciudad reconocía que el Centro terminó convertido en una ‘tierra de nadie’ porque lo dejamos abandonado a su suerte por décadas.

Todos, en cambio, lo han estigmatizado siempre como un lugar peligroso, sucio e inhóspito, que se debe evitar en la medida de lo posible.

Más allá de esas lecturas superficiales, yo siempre he sentido una fascinación especial por el Centro. Su energía, la poderosa ‘vibración’ que emana de esas calles en las que miles de personas sacan cada día lo mejor -y también lo peor- de sí mismos para sobrevivir, me ha cautivado siempre.

Cuando era niño, al Centro se iba solo para alguna vuelta en una notaría, para comprar un remedio y, si el ‘Niño Dios’ se acordaba de nosotros, para comprar el ‘estrén’ del 24. Pero, en cualquier caso, cuando me llevaban yo me sentía en otra dimensión.

Cuando entraba a esas calles duras y caóticas era como si llegara al misterioso mercado de los gitanos de Macondo. Y en mis ojos ardía siempre la llama del asombro infinito de José Arcadio Buendía.

Mi gran gesta conquistadora la viví en la adolescencia, cuando con los amigos de Santa Librada capábamos clase para emprender largas incursiones hacia los misterios del Centro. Muchos todavía no los descubro. Y otros -como el bar de música clásica de doña Lila Cuéllar en el barrio El Calvario, del que hablaba siempre mi hermano-, se me quedaron por descubrir.

Pero todavía hoy disfruto meterme al Centro cada vez que puedo. Por eso me hacen una enorme ilusión los esfuerzos que adelantan diferentes entidades, y los proyectos que ha puesto en marcha el actual Gobierno de Cali, para recuperar el Centro y pagar la enorme deuda histórica que los caleños tenemos con él.

Sueño con que, tal como lo he visto en muchos otros lugares del mundo, la renovación del Centro le permita a Cali empezar a escribir una nueva historia de desarrollo y bienestar. Pero tengo claro que para lograrlo es necesario que volvamos a creer en él. Es preciso visitarlo, cuidarlo, apoyar sus comercios.

Y este domingo, de 8 a 12 del día en la Plaza de Cayzedo, habrá una buena excusa para hacerlo, pues se pone en marcha la estrategia ‘Centrémonos’, que dos veces al mes llevará cultura, deporte, música y hasta un mercado campesino como los de antaño, a ese sector de Cali.

Las noticias dicen que este será solo el inicio de cosas más grandes para el Centro. Que así sea. Porque yo ya me veo saboreando una taza humeante en hermosos cafés junto a calles peatonalizadas repletas de turistas. Y canturreando por ahí que “del barrio Obrero a la 15, un paso es…”.

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