Editorial
A recuperar el Centro
Existe la disposición de la Administración Municipal de devolverle la vida al Centro. En ese propósito deben acompañarlo los caleños, para que el corazón de su ciudad vuelva a ser el espacio amable de encuentro.
El mensaje que dejó el alcalde Alejandro Eder al realizar en la Plaza de Cayzedo la ceremonia de su posesión como mandatario de los caleños, es claro y trasciende lo simbólico: la recuperación del Centro será su prioridad y actuará como eje dinamizador de la ciudad. Es de esperar que ese propósito se cumpla y se le devuelva a Cali el que sin duda es su corazón vital.
En ese sector está la radiografía de lo que es la capital del Valle, con sus claros y oscuros. Por un lado, es la turbina comercial, financiera y administrativa que mueve la economía local, mientras por el otro, es foco de la inseguridad, de la aglomeración de basuras que inundan la ciudad, del desorden que es reflejo de su sociedad y del deterioro de su espacio público.
Desde hace 14 años, sobre el corredor de la Carrera 10, se adelanta Ciudad Paraíso, el proceso de renovación urbana más ambicioso de Cali. Pero su ejecución es lenta, casi paquidérmica, y aunque avanzan obras como el búnker de la Fiscalía y algunas torres de apartamentos, aún no inicia la construcción de la Estación Central del MÍO y del centro comercial planeado para albergarla.
Tampoco se ven los trabajos de recuperación de vías ni la subterranización de redes de servicios para que los espacios públicos del Centro sean de calidad. La imagen es de una obra eterna que no avanza, donde imperan los escombros, las basuras y los habitantes de calle que no cuentan con un programa social robusto que mejore sus condiciones.
Entre las carreras Tercera y Octava, el panorama es aún más contrastante. Las bellas construcciones de estilo republicano, colonial y modernista se estrellan con las calles invadidas de ‘cambuches’ y casetas donde se imponen el caos vial y la anarquía comercial.
Ya sobre el río Cali, en el Bulevar que lleva su nombre, la expresión de lo que somos como caleños llega a su máxima disparidad. El espacio público más representativo de la capital vallecaucana, que se refresca cada tarde con la brisa que baja de los Farallones y estaba llamado a ser el punto de encuentro cultural de la ciudad, está hoy tomado por los jibaros, la prostitución, el consumo de alcohol en plena vía y una guerra de parlantes que ensordece, a lo que se suma la inseguridad.
Pese a ello, el centro de Cali no pierde su halo encantador. Así lo reconocen quienes desde el sector privado realizan importantes inversiones para transformarlo, rescatar sus joyas o convertirlo en un distrito turístico y gastronómico.
El alcalde Eder parece tener clara la importancia de rescatar el corazón de la ciudad, por ello una de sus promesas de posesión fue impulsar la renovación urbana del Centro. Ello incluye acelerar la transformación de la Carrera 10, avanzar con Ciudad Paraíso, darle continuidad a la construcción del Boulevard de Jovita, que ya cuenta con los estudios necesarios, y recuperar, esta vez sí, la Plaza de Cayzedo.
Existe la disposición de la Administración Municipal de devolverle la vida al Centro. En ese propósito deben acompañarlo los caleños, para que el corazón de su ciudad vuelva a ser el espacio amable de encuentro y recupere el valor histórico y cultural que se merece.
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