Editorial
El “fin de la guerra”
Que la violencia en el país se ha incrementado durante el último año es innegable. Y esa escalada no se puede enfrentar con pronunciamientos triunfalistas y alejados de la realidad, sino con una acción decidida por parte del Estado.
Algunas de las afirmaciones realizadas por el presidente Gustavo Petro, durante la instalación de las sesiones del Congreso, en especial las que tienen que ver con la situación de orden público, generaron rechazo e indignación en el país.
En su intervención, el Mandatario aseguró que en Colombia “se acabó la guerra entre la insurgencia y el Estado, disminuyeron los cultivos de coca, cayeron grandes cargamentos del narcotráfico y se le está ganando la partida a la inflación”. Y añadió: “Lo cierto es que, en cifras, ha caído la muerte de soldados y policías sustancialmente en Colombia, si lo comparamos con hace un año”.
Esas aseveraciones no se compadecen con lo que está ocurriendo en los territorios. En el Valle del Cauca, por ejemplo, el deterioro del orden público es palpable: Ataques con granada contra la Policía en Jamundí; recrudecimiento de la guerra entre bandas en Buenaventura; asesinatos selectivos por parte de una temible organización criminal en Tuluá.
Para completar, la extorsión se ha disparado en las zonas urbanas y rurales del departamento, como admite la propia gobernadora Clara Luz Roldán, quien se queja de la falta de apoyo por parte del Estado para afrontar esta ola de violencia. A nivel nacional el panorama no es diferente. En lo corrido del año se contabilizan más de 170 masacres y un aumento del 134% en los secuestros.
La indignación frente al esperanzador panorama pintado por el presidente Petro fue expresada, en el mismo seno del Congreso, por las fuerzas opositoras. “‘Colombia potencia mundial de la vida’ es un lindo eslogan de marketing político, bien alejado de la realidad, porque el país vive el peor estallido de violencia en muchos años”, manifestó la senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal.
Mientras el senador de Cambio Radical David Luna sostuvo: “La paz y la seguridad no son propiedad ni de la izquierda ni de la derecha, son un derecho. La Fuerza Pública tiene el respaldo de la sociedad y le exige que les desamarre las manos y los pies”.
Más delicado es que el propio comandante de las Fuerzas Militares, general Helder Giraldo haya contradicho las afirmaciones del Presidente: “Yo diría que no podemos hablar del fin de la guerra porque todavía quedan grupos que persisten en causarle daño a la sociedad”, afirmó
Es un desconcertante desafío a la sociedad colombiana que, mientras el país se desangra por la arremetida de los violentos, el presidente Petro dé un parte del “fin de la guerra”.
Una cosa es que en aras de la Paz Total a la Fuerza Pública se le hayan limitado las acciones ofensivas contra los causantes de la violencia. Y otra muy diferente que esos generadores de violencia hayan correspondido a ese gesto. Eso no ha ocurrido.
Que la violencia en el país se ha incrementado durante el último año es innegable. Y esa escalada no se puede enfrentar con pronunciamientos triunfalistas y alejados de la realidad, sino con una acción decidida por parte del Estado.
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