Editorial
El reto social de Cali
Resulta fundamental que la Alcaldía le imprima la mayor celeridad a ese ajuste, porque los sectores más necesitados de la ciudad no dan espera.
La puesta en marcha de los programas sociales en Cali no es un asunto menor. La administración distrital asignó unos 130.000 millones de pesos para su ejecución este año, con el fin de atender las necesidades básicas de los sectores más vulnerables de la ciudad.
En estos recursos se sustentan los proyectos de comedores comunitarios y Centros de Desarrollo Infantil, así como la atención a los adultos mayores, habitantes de calle, población migrante, comunidad, Lgtbiq, protección a la mujer y a, por lo menos, otros 14 grupos vulnerables que habitan en la ciudad.
También se atiende a la población desplazada por la violencia que llega a Cali. Un problema de gran complejidad, si se tiene en cuenta que en lo que va corrido del 2024 ya se han atendido al menos 300 familias provenientes de las zonas rurales de Buenaventura, Cauca, Nariño y Chocó, la mayoría de ellas asentadas en la Comuna 15.
Es por ello que, durante los dos primeros meses del año, el Concejo de Cali y organizaciones comunitarias han puesto la lupa sobre la Secretaría de Bienestar Social, dependencia encargada de que la inversión en estos asuntos se haga de forma eficiente, oportuna y transparente.
La atención se ha centrado especialmente en los comedores comunitarios y Centros de Desarrollo Infantil. El primero de ellos ya se puso en marcha esta semana y el segundo debe ser licitado por el Icbf, que aporta el 50% de los recursos para su ejecución.
Aunque varios de estos programas requieren de ajustes estructurales en sus diseños, no les falta razón a quienes han cuestionado la tardanza de la mencionada Secretaría para ponerlos en marcha. Es cierto que en pasados gobiernos el despegue de la inversión social tardó hasta seis meses, pero también es claro que la gente votó por Alejandro Eder justamente para que esas situaciones no se repitieran.
Desde la Alcaldía han esgrimido dos argumentos, igual de válidos. Primero, que el gobierno de Jorge Iván Ospina dejó desfinanciadas todas estas iniciativas. Y segundo, que se necesita arreglar la casa, especialmente en lo relacionado con la contratación, para garantizar la correcta ejecución de los recursos públicos.
Seguramente, con el pasar de los días se irán ajustando los procesos de licitación, modelos de atención y las estrategias de operación de los programas sociales de Cali. Pero resulta fundamental que la Alcaldía le imprima la mayor celeridad a ese ajuste, porque los sectores más necesitados de la ciudad no dan espera.
Alejandro Eder se encamina hacia el corte de sus primeros 100 días de mandato con un balance notablemente positivo, en el que resaltan varias victorias tempranas importantes: la reducción de los índices de criminalidad, la intervención para corregir la anarquía en las vías, la interlocución con entidades multilaterales de inversión, la sede de la COP 16 y el resurgimiento del optimismo ciudadano.
El gran desafío es que los programas sociales no aparezcan como el gran lunar en ese primer balance de gestión.
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