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El panorama no es mejor en Cali, la pobreza afecta al 23,6% de los habitantes de la capital del Valle; fueron 553.000 personas el año pasado y lo peor son las brechas sin cerrar.

Editorial

Las cifras de pobreza

En Cali, por ejemplo, se tiene un gran reto y es mejorar la calidad y la cobertura de la educación básica y media.

22 de julio de 2024 Por: Editorial

La semana pasada el Dane publicó las cifras de pobreza por ingresos en el país. Hoy en día el 33 % de los colombianos vive con menos $435.000 al mes. Eso es menos del 35% del salario mínimo vigente para este año 2024.

El gobierno actual destacó como logro que se redujo la población en esta condición frente al año 2022, pero hay algo que se debe tener en cuenta y es que la pobreza se incrementó por pandemia y apenas se está llegando a niveles anteriores a esta época. Es más, aún no se logra porque este indicador estaba en 27% para el año 2018.

Pero más allá de esto, el dato implica que 17 millones de colombianos tienen bajos ingresos y apenas pueden cubrir sus mínimas necesidades. Eso es como si se reuniera la población de las tres principales ciudades del país: Bogotá, Medellín y Cali, todos pobres.

Desde cualquier punto de vista se trata de una cifra que debería aterrar a todos los colombianos, son millones de habitantes que no acceden a educación, que no tienen posibilidad de esparcimiento y que apenas pueden comer.

El panorama no es mejor en Cali, la pobreza afecta al 23,6% de los habitantes de la capital del Valle; fueron 553.000 personas el año pasado y lo peor son las brechas sin cerrar. Entre hombres y mujeres hay una brecha de 1,7 puntos porcentuales, además, en 2023 el 12,3 % de niños menores de 6 años vivía en hogares pobres y el 9,8% de los adultos mayores de 60 años.

Con estos datos, ningún país ni gobierno debería enaltecerse o ‘sacar pecho’ por la reducción de unas cifras que no muestran ningún avance significativo en la calidad de vida de los colombianos.

Y esto nunca cambiará si en el país no se generan oportunidades para todos, sin importar si las personas están en las ciudades o el campo; lo que quieren las familias colombianas es tener ingresos que les permitan mejorar sus condiciones, poder educar a los hijos y que estos, a su vez, tengan la opción de movilidad social y una vida decente.

Empleo, facilidades para emprender y educación son algunos de los elementos básicos que se necesitan para cambiar una sociedad; el asistencialismo es un paño de agua tibia que puede mejorar cifras, de manera temporal, pero si se quiere ir a las raíces estructurales de la pobreza es necesario una política de largo plazo en la que la educación sea gran parte de ese eje.

En Cali, por ejemplo, se tiene un gran reto y es mejorar la calidad y la cobertura de la educación básica y media. El Valle ocupa la vergonzosa posición 30 entre 33 departamento en el indicador de cobertura neta en educación primaria, la 24 en deserción escolar en educación básica y media y la 23 en cobertura neta en educación secundaria, según el Índice Departamental de Competitividad.

Es hora de que los gobiernos nacional y regional se enfoquen en lo importante, superen los egos y se fijen estrategias para que, en el mediano plazo, el país pueda cambiar este triste panorama.

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