“Cuando descubrí que podía perdonar, se me levantó una montaña de los hombros. Cambié como persona”. Iván Guarnizo, cineasta colombiano y víctima del secuestro de su madre, expresa esta frase que es como un bálsamo para su existencia. En ella resume el largo recorrido que debió realizar desde España, en donde vive desde hace dos décadas, hasta un apartado lugar de Colombia, para poder reconciliarse con los captores que le robaron dos años de vida a la mujer que lo trajo al mundo.
Doña Beatriz Echeverri fue secuestrada junto a su primo el 7 abril de 2004, cuando realizaba un viaje en Puerto Inírida, Guainía y cumplía con unas vacaciones soñadas. No obstante, tras el abrupto irrumpir de la guerrilla de las Farc-Ep en sus vidas, ese paseo hermoso se convirtió en 603 días de angustia, que le cambiaron la vida para siempre a ella y a su familia.
Iván Guarnizo recapituló cada jornada de dolor que vivió su madre, luego de leer el diario que ella escribió en el cautiverio. Día a día, la mujer contó desde el momento en que unos hombres armados la increparon en la selva, hasta que pudo recobrar su libertad.
Leer esas páginas escritas con letra cursiva, tinta negra y seguramente con un montón de emociones a flor de piel, no fue nada sencillo para Guarnizo, quien poco a poco fue entendiendo la travesía por la que pasó doña Beatriz, razón por la que decidió crear “Del otro lado”, una película que habla de su retención, pero, sobre todo, de la reconfiguración del dolor, de cómo sobreponerse al odio y entender al otro desde un punto de vista más humano.
“Yo tomé la decisión de realizar la película el 26 de septiembre de 2016, cuando se firmaron los acuerdos de paz. En el minuto de silencio que se hizo en la ceremonia, realizada en Cartagena, yo no podía dejar de pensar en mi mamá, en una conversación que tuvimos antes de que ella falleciera y cuando se anunciaron los acuerdos de paz (Beatriz murió en 2012 víctima del cáncer). Ella me dijo que no sentía rencor en su corazón, que había perdonado… Al día siguiente me senté a escribir el proyecto”, asegura Guarnizo.
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El realizador de 42 años, asegura que relaciones familiares se renovaron a través del perdón, pese a las objeciones que recibió de los mismos para la construcción de la cinta.
El proceso de construcción de esa película, que se presenta en las salas de cine del país, no fue nada sencillo. El cineasta tuvo que pasar por todo un viaje de ida y vuelta, no solo físico, sino emocional, para encontrar las razones suficientes que terminarían llevándolo a perdonar y poder encontrarse con el verdadero significado de la palabra “reconciliación”.
La primera pregunta que se hizo Iván cuando empezó con el proceso de construcción de la cinta fue si le servía o no que se creara la justicia transicional: “¿Me servía en algo que los secuestradores de mi mamá estuvieran en la cárcel?, fue la pregunta que me hice y la respuesta fue que no, pero entonces ¿qué me servía? Me pregunté sin poder responderme”.
Fue entonces cuando decidió volver a reabrir ese doloroso capítulo del secuestro de su madre, tras diez años sin hablar del tema para esquivar el inmenso dolor que le trajo en su vida ese episodio. Recordó cada palabra que le contó su mamá sobre el cautiverio y decidió escucharla con atención a través de sus memorias.
Entonces, tomó el diario entre sus manos y fue entendiendo el proceso de aceptación que tuvo que vivir doña Beatriz para enfrentar la realidad de estar en la selva, alejada de sus hijos y viviendo una realidad que no era suya.
“Hay algo muy particular en el diario y es que mi mamá después de varios meses empezó a hablar de ella misma en tercera persona. Contaba que Beatriz estaba triste, que Beatriz no tenía ánimo. Pero también contaba cómo ‘Güerima’, el guerrillero que estaba encargado de su cuidado, hablaba con ella, cómo la cuidaba, tenía que encontrarme con él”, narra Iván.
Guarnizo no vive en Colombia desde hace más de 20 años porque a su familia la tocó de frente la guerra y se “agotó” de las dinámicas del país.
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El cineasta empezó a entender que, en su viaje para perdonar, tenía que conocer al guerrillero que acompañó a su madre durante esos dos largos años de cautiverio. No para recriminarle, sino para tratar de sanar.
Las llamadas que los guerrilleros hicieron para pedir la recompensa, las imágenes de su casa vacía, el archivo personal de cosas que grababa en medio de su desasosiego y el proceso para encontrar a ‘Güerima’, se fueron convirtiendo, sin saberlo, en la estructura que le daría vida a la película.
Pasó un año y medio desde que surgió la idea de crear este proyecto sobre el secuestro, hasta que Iván pudo encontrar al guerrillero que acompañó a su madre. Fue un proceso minado por la frustración, por el cierre de oportunidades y portazos en la cara.
“Fue un camino lleno de callejones sin salida. En el proceso de buscarlo no sabía si él había vuelto a las armas, no conocía si estaba muerto, o qué había sido de la suerte de esa persona… Cuando estaba a punto de rendirme, de tirar la toalla y de escribir una película sobre el fracaso del proceso de paz, él apareció de la nada. Me devolvió la esperanza”, asegura Guarnizo.
Encontrarse con el guerrillero fue un proceso de dudas en un panorama de creciente violencia donde se empezaba a ver el asesinato de excombatientes y líderes sociales, un contexto en donde para Iván, no se estaba llevando a cabo la implementación de los acuerdos de paz como lo esperaba el país.
No obstante, cuando pudo encontrarse con ‘Güerima’ y hablar ‘Desde el otro lado’ de cómo vivió el guerrillero el secuestro de doña Beatriz y su primo, a quien llamaba ‘Los abuelos’, Guarnizo entendió la importancia del amor filial, cómo en medio de una situación tan devastadora como lo es un secuestro, las personas pueden empatizar.
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Después de transitar junto a su hermano las selvas por las que caminó su madre, Guarnizo interiorizó lo que significa la reconciliación.
“La reconciliación puede ser una palabra vacía o puede ser algo realmente profundo. Cuando yo entendí que compartíamos (con ‘Güerima’) una historia a través de mi mamá, a través del diario, la solidaridad que él tuvo con ella en su cautiverio, entendí que la vida no es a blanco y negro, que tiene un montón matices”, dice conmovido.
Para el cineasta, tanto su madre como el guerrillero tuvieron suerte de encontrarse y se configuró una relación entre ellos que incluso llegó a lo maternal. Al entender eso, fue que pudo perdonar, “no como una palabra vacía”, sino entendiendo ese ‘otro lado’ por el que tuvo que pasar también su captor.
Nota: Esta crónica fue escrita como parte de una alianza con la Comisión de la Verdad y OIM para contar historias de victimas colombianas que viven en el exterior, una contribución inédita a la verdad del exilio colombiano.
“Prefiero la paz imperfecta que la guerra perfecta”
”Yo veo que la mayoría de ex combatientes está apostándole al cambio y aunque hay un montón de fallos vamos avanzando. Mi manera de aportar a Colombia y luchar por ella, es con esta película que acabo de hacer”, dice Guarnizo.
Este viaje de redención y dolor, dice Iván, cambió su vida y ahora incluso goza de una amistad con el guerrillero que cuidó en cautiverio a su mamá.
El cineasta entregó su testimonio a la Comisión de la Verdad, como parte de la labor que esa entidad adelanta para explicar la violencia.