La escuela está ubicada en la zona rural del municipio de Pitalito, en el Huila, considerado el nuevo Eje Cafetero de Colombia. Se llama Institución Educativa Municipal Montessori, sede San Francisco. Su nombre ha sido mencionado en los cables de las agencias de noticias de todo el mundo. La razón es el galardón que acaba de obtener: World’s Best School Prize. Es un premio que exalta a las instituciones educativas más inspiradoras del planeta por su aporte a la formación de las nuevas generaciones.

La escuela ganó en la categoría Acción Ambiental, por su programa CaféLab, y aquello de obtener premios se volvió tradición. En los últimos años ha obtenido 30 reconocimientos, entre nacionales e internacionales. Por eso la llaman “la mejor escuela del mundo” así al principio no tuviera Internet de calidad y aún no cuente con biblioteca.

Detrás hay un profesor con un método que lo revolucionó todo. Se llama Ramón Majé Floriano. En estos días agitados de entrega de informes, el profe se detuvo para contar su historia.

Nació en Florencia, Caquetá, y es licenciado en matemáticas y física. En su infancia estudió en la escuela pública Juan Bautista La Salle, y se enamoró de los números. Ramón descubrió que las matemáticas tienen una aplicabilidad en la cotidianidad de todos, y por eso decidió estudiar la licenciatura: para enseñarlas, pero dándole un sentido en la vida de sus estudiantes.

Me explicó: “de nada nos sirve enseñar diez casos de factorización del Algebra de Baldor si el estudiante no va a entender cómo aplicarlo en su vida diaria; lo va a olvidar”.

Con esa premisa el profe Ramón cambió las clases en la escuela: no más eso de que el profesor habla la mayor parte del tiempo y los alumnos toman apuntes mientras bostezan; mejor una didáctica viva, donde cada estudiante se siente parte de la clase, con un rol protagónico, y aprende trabajando en proyectos que resuelvan problemáticas de la comunidad. A sus alumnos, el profe Ramón los llama “investigadores”. “El rol del maestro debe ser aportar a la transformación social de las comunidades, no dictar clases sobre contenidos vacíos”.

El primer ejercicio que hizo con sus alumnos fue una salida de campo a las fincas cafeteras de Pitalito. Todo buen investigador debe ser un buen observador, les dijo. Los estudiantes advirtieron un problema: detrás de la agroindustria del café hay una afectación ambiental enorme. De cada pepa de café, apenas se aprovecha el 5 %. El 95 % restante son residuos que los productores dejan expuestos al sol y al agua, o terminan en los ríos. La acidez de esos residuos afecta los suelos.

Después de definir el problema, los investigadores del profe Ramón comenzaron a trabajar en clase alrededor de una pregunta: ¿Qué se esconde detrás de una buena taza de café?

Emocionados por la curiosidad, los estudiantes comenzaron a leer sobre un montón de temas y, sin sospecharlo, aprendían no solo matemáticas sino geometría, física, química, inglés. A aquella fase el profe Ramón la llama “inmersión”.

Luego siguió la “transferencia”. Con el problema identificado, ¿cómo lo resolvemos?, se preguntaron. Hablaron de economía circular: hacer productos innovadores con los residuos que deja el café, y así evitar que estén en el ambiente contaminando. Entonces hicieron desde prototipos para almacenar y generar energía eléctrica a través de la pulpa del café hasta harina de residuos del café, jabones y otro montón de alternativas para aprovechar los residuos.

Después vino la tercera fase: comunicación. Los investigadores del profe Ramón elaboraron artículos científicos sobre sus inventos y además los expusieron en eventos nacionales e internacionales.

“Cuando llegué a la escuela en el año 2017 me encontré con estudiantes con una proyección de vida a futuro muy corta, sin ganas de estudiar ningún técnico, mucho menos universidad. Hoy, después del proceso que hemos hecho en la institución, son estudiantes globales, con pasaporte, que viajan por el mundo contando lo que han hecho y que tienen la meta de trabajar en soluciones ambientales para el planeta”.

El nuevo propósito del profe Ramón y los directivos y demás docentes de la Institución Educativa Municipal Montessori, sede San Francisco de Pitalito, la mejor escuela del mundo, es consolidarse como un centro de investigación para Colombia y replicar su modelo a nivel internacional.