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¿Colombia en Peligro?

No podemos permitir que la fragilidad institucional nos lleve al autoritarismo, porque la historia nos ha demostrado que recuperar las libertades perdidas es un camino largo, difícil y doloroso.

21 de febrero de 2025 Por: Hermann Stangl
Hermann Stangl
Hermann Stangl | Foto: El País

La exacerbación de la crisis política que enfrentamos ha encendido alarmas en todos los sectores. ¿Cómo podemos evitar que nuestro país se desmorone? ¿Qué podemos hacer para proteger nuestra democracia y nuestro bienestar?

Hay razones para la incertidumbre. Uno de los mayores peligros que enfrentamos es la erosión de las instituciones. Cuando las leyes dejan de ser respetadas y los poderes del Estado entran en conflicto constante, las democracias se debilitan. No podemos permitir que la fragilidad institucional nos lleve al autoritarismo, porque la historia nos ha demostrado que recuperar las libertades perdidas es un camino largo, difícil y doloroso.

El intervencionismo excesivo del Estado es un peligro latente. Cuando se llegan a imponer controles de precios, cuando se juega con la salud de los ciudadanos o cuando se permiten aplicar restricciones arbitrarias a los mercados, la confianza en la economía se desploma. Ya hemos visto cómo esto llevó a la ruina a otras naciones. Si queremos evitar ese destino, debemos defender la libertad económica y la generación de empleo y la seguridad, para así incentivar la inversión, la educación y el desarrollo.

Cuando la inseguridad y la falta de oportunidades aumentan, los ciudadanos buscan un mejor futuro fuera de sus países. Estamos perdiendo excelentes profesionales, emprendedores y jóvenes. Un país sin su gente visionaria y preparada es un país condenado al estancamiento. Son las personas las que labran el desarrollo.

Hay razones también para la esperanza. Tenemos una economía diversa, que no depende de un solo recurso, como el petróleo en Venezuela. Nuestros sectores agrícola, industrial y de servicios son fuertes y nos permiten adaptarnos mejor a los cambios. Tenemos un sistema bancario sólido, acuerdos comerciales con más de 60 países y aliados internacionales que pueden ayudarnos a estabilizar nuestra economía, si tomamos las decisiones correctas.

Las fuerzas militares, las cortes, el Congreso y los medios de comunicación juegan un papel clave en la defensa de nuestras libertades.

La comunidad internacional también está observando. Tras todos los desmanes perpetrados por el régimen de Maduro, el mundo no se quedará indiferente si Colombia empieza a desviarse hacia el autoritarismo. Las sanciones, la presión diplomática y el escrutinio global pueden ser barreras contra cualquier intento de debilitar nuestra democracia.

Pero no podemos confiarnos solo en los agentes externos. La verdadera lucha por el futuro de nuestro país debe venir desde adentro, desde cada uno de nosotros. Tenemos aún la oportunidad de retomar las riendas de nuestro destino y corregir el rumbo.

No basta con esperar que los líderes políticos hagan lo correcto. Nosotros, los ciudadanos del común, debemos involucrarnos, exigir rendición de cuentas y ser parte del cambio.

La justicia, la seguridad y la libertad no son regalos, son conquistas que debemos defender con firmeza.

El país que queremos no se construye con indiferencia ni con miedo, sino con acción, con unidad y con el compromiso de cada uno de nosotros.

No permitamos que el pesimismo nos paralice. Estoy completamente seguro de que aún tenemos la fuerza para asegurarnos de que nuestra patria siga siendo grande, respetada y libre.

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