Uno de los encantos de la vida política es que, con frecuencia, nos sorprende con situaciones inesperadas, buenas o malas, pero que no estaban en los cálculos. Y las sorpresas no se detienen, sino que aún pasados muchos años se hacen interpretaciones que van en contra vía de lo que muchos creían que era una evaluación apropiada.

Digo esto a propósito de lo que ha venido ocurriendo en Alemania con el gobierno de la señora Ángela Merkel. Creo que allá y en el resto del mundo se consideró que sus 16 años en el poder, que culminaron en el 2021, habían sido un modelo de buenas realizaciones en circunstancias muy difíciles.

La admiración por la señora Merkel se hacía más significativa porque ella había vivido 35 años bajo un régimen comunista en la Alemania oriental, su profesión no era la más cercana al manejo de la vida política y era la primera vez que una mujer ejercía el cargo de Chancellor, que es el nombre que recibe el primer ministro en Alemania occidental. Ya había mencionado estas circunstancias, pero ahora puedo leer una reseña breve, pero contundente sobre su reciente libro denominado Freedom, en el cual ella buscaba refutar las críticas y acusaciones que se le formulaban.

La nota de la respetada revista británica The Economist, se titula ‘Las cenizas de Ángela’. Eso bastaría para formarse una idea de la evaluación que se hace del libro. El comentario dice que Ángela Merkel no refutó esas acusaciones o críticas, no presentó datos nuevos o reflexiones que ayudaran a unas conclusiones diferentes sobre aspectos centrales de su mandato. Reconocen que ella escribió un diario, pero que este no contribuye a mostrar cuáles eran sus planteamientos en encuentros muy importantes o en situaciones de mucha significación. Consideran que el lector simplemente queda situado en el respectivo lugar como un observador sin elementos que contribuyen a formarse un juicio diferente sobre la situación. Difícil haber imaginado que años después sus ejecutorias serían miradas con tanto negativismo.

La llegada de Trump al poder presidencial de Estados Unidos fue una gran sorpresa. Su desempeño igualmente. Su reacción ante la derrota en el 2019, también su comportamiento entre el 2020 y el 2024 reafirmaba esos sentimientos. Y ni hablar, ahora, con su triunfo en el 2024. Y hay nuevas sorpresas ahora por el papel que juega el señor Musk y la manera como se ha venido desempeñando casi como el presidente en ejercicio desde su triunfo.

Sorpresa fue también el ejercicio del poder del presidente López Obrador en México, quien, además, culminó su mandato con un significativo triunfo electoral que estuvo adornado porque dejó a una de sus pupilas como sucesora.

Sorpresa fue el triunfo de Macron en Francia, por su juventud, por su nueva forma de hacer política, por la historia de amor que acompañaba su vida pública. Y ha sido más sorprendente la forma como ha perdido favorabilidad y aprecio entre sus conciudadanos. El caso del presidente Milei en Argentina constituyó una sorpresa electoral y ahora sorprende que después de un año de gobierno se mantenga en el ejercicio del poder, no obstante decisiones muy radicales.

Es bien claro: en la vida política nada está escrito en piedra.