Comenzó una nueva Liga del fútbol colombiano, con sus emociones, otros retos y la ilusión de los aficionados por ver campeón al equipo de sus afectos. La expectativa en todos es grande, en particular por los refuerzos de peso que llegaron y los jugadores de renombre que permanecen en algunos clubes.

La lucha por el primer título del año promete ser emocionante. Equipos como América y Deportivo Cali hicieron un gran esfuerzo para reforzar sus plantillas con la idea de alcanzar el codiciado trofeo de campeón. Otros clubes, como Nacional, Millonarios y Santa Fe, retocaron sus plantillas con la intención de estar en la pelea por el trono.

Todo eso invita a vivir la pasión del fútbol en paz, a deleitarse con cada partido y a disfrutar de la maravillosa experiencia que significa ir a los estadios en familia. Sin embargo, después de la primera fecha que se jugó el pasado fin de semana, el balance más allá de los resultados, fue preocupante en materia de seguridad.

De nuevo aparecieron los vándalos, los mismos que repetidamente empañaron la fiesta del fútbol el año pasado con sucesos que pusieron en riesgo la vida de cientos de asistentes a los estadios.

Lo que se presentó en Santa Marta previo al primer juego del Unión Magdalena en su regreso a la A, frente a Millonarios, fue vergonzoso. Piedras de gran tamaño fueron lanzadas al bus del equipo bogotano cuando hacía su tránsito del hotel al estadio, dejando algunos jugadores y directivos contusos, lo que obligó a postergar el partido.

Y ahí es donde nos hacemos las preguntas de siempre: ¿El partido lo van a ganar una vez más los vándalos? ¿Hasta cuándo este tipo de violencia? ¿Para cuándo la mano dura contra los delincuentes que se empecinan en dañar la fiesta del fútbol? ¿Estaremos sometidos por enésima vez al reinado de los barras bravas?

La reacción en esta ocasión fue una vez más tímida. Salvo un tibio pronunciamiento de la Dimayor, ningún ente judicial prometió alguna investigación o adelantó pesquisas para dar con el paradero de los responsables de esta barbarie. Ahí queda pues la tarea para las autoridades, que tienen por delante un arduo trabajo con el fin de garantizar la seguridad de los asistentes a los estadios colombianos.

Pero ese no fue el único lugar de la que es considerada una de las mejores ligas del mundo. En los estadios -si es que se pueden llamar así- de Tunja y Valledupar, se jugaron partidos en una grama en lamentables condiciones.

Entre las labores de la Dimayor está el que todo se encuentre dispuesto para comenzar la Liga. Por ello es necesario que los escenarios reciban primero un visto bueno y la garantía de que son aptos para la práctica del fútbol. La integridad física de los jugadores corre peligro ante terrenos de juego en pésimas condiciones.

Esto apenas comienza, pero es necesario que las autoridades hagan su trabajo para detener a los vándalos, y que la Dimayor haga el suyo para garantizar buenos escenarios y una Liga que no tenga tantos tropiezos.