Editorial
La prudencia se impone
Es predecible una mayor devaluación del peso frente al dólar, así como un impacto profundo en la industria y el comercio, lo que se traducirá a su vez en pérdida de puestos de trabajo.
Colombia y Estados Unidos están en el que puede considerarse el momento más tenso en la historia reciente de sus relaciones diplomáticas, con repercusiones sobre la economía de ambas naciones y con impacto sobre sus ciudadanos. Por ello hay que pedir prudencia a los dos gobiernos, comenzando por sus presidentes, que deben manejar la cordura y propender por el sentido común aún por encima de sus posiciones ideológicas y políticas.
La deportación de 160 inmigrantes ilegales colombianos, que debían llegar a suelo patrio en la madrugada de ayer domingo en dos aviones militares procedentes del país norteamericano, fue el detonante de la crisis actual. Bajo el argumento del trato indignante al que habrían sido sometidos los connacionales expulsados por EE.UU., el presidente Gustavo Petro denegó el aterrizaje de las aeronaves, decisión que fue respondida por Donald Trump con las más drásticas sanciones impuestas a nuestra nación.
Aranceles del 25% a los productos colombianos, que en una semana subirán al 50%; el cierre de la sección de visas de la Embajada de EE.UU. en Bogotá, con la suspensión a partir de este lunes de las citas programadas; el retiro de visado a todos los funcionarios del gobierno Petro, a sus familiares y a partidarios del oficialismo, además de aquellos castigos que en términos financieros y bancarios permita la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, IEEPA, invocada ayer por Trump, son algunas de las medidas.
Del lado colombiano, el gobierno anunciaba, al cierre de esta edición, aranceles del 50% a las importaciones desde Estados Unidos y llamó a 15.600 ciudadanos de ese país que estarían supuestamente de forma irregular en Colombia, a que arreglen su situación.
Son sanciones que tendrán unos efectos negativos inmediatos en la economía colombiana, toda vez que el mercado estadounidense representa la tercera parte de las exportaciones nacionales, con transacciones por US$13.000 millones, así como inversiones en el país por US$4200 millones. Sectores como el minero-energético, el cafetero, el floricultor e incluso el de las remesas que movió en el tercer trimestre de 2024 recursos por US$4637 millones, serán fuertemente afectados.
Con aranceles altos y restricciones por venir, Colombia será menos competitivo. Es predecible una mayor devaluación del peso frente al dólar, así como un impacto profundo en la industria y el comercio, lo que se traducirá a su vez en pérdida de puestos de trabajo.
En materia de seguridad nacional y lucha contra el narcotráfico, Colombia también sale mal librada al dejar de recibir la ayuda de los Estados Unidos, que hasta ahora ha sido su principal socio contra el crimen transnacional. Para el país norteamericano, que es el mayor consumidor de estupefacientes del mundo, significa perder un aliado en su propósito de reducir el tráfico de drogas ilícitas hacia su territorio.
Este es momento para que se impongan la cordura y la prudencia. Aquí no hay cabida para gobernar a través de las redes sociales, ni mucho menos para que las demostraciones de poder primen sobre la diplomacia y el bien general de dos democracias amigas, que se respetan y deben mantener una relación cordial para enfrentar los desafíos del mundo actual.
Regístrate gratis al boletín diario de noticias
Te puede gustar