Covid-19, reelección y crisis. Esas tres palabras sirven para resumir el azaroso y difícil momento por el que atraviesa Brasil y las maniobras de su presidente para mantener un poder cada vez más fragmentado por sus desaciertos al enfrentar la realidad.

Está en primer lugar la crisis descontrolada de una pandemia que deja números casi alucinantes. Mientras el presidente Jaír Bolsonaro persiste en desconocer su letalidad, los servicios de salud están desbordados, la vacunación es caótica pues su manejo está expuesto a la continua rotación de los ministros de Salud, y la gente no parece tener un norte en cuanto a la aplicación de las medidas de protección más elementales.

Por el contrario, las playas están congestionadas y sus visitantes no se preocupan por usar tapabocas, mientras en las ciudades, en especial del norte del país, avanza una cepa que aumenta el riesgo y es ya conocida en el mundo como la brasilera. Trescientos treinta mil muertos por el coronavirus, con días como el pasado viernes que dejaron 3780 personas fallecidas y la saturación de más del 90% de las unidades de cuidados intensivos en los 14 estados con mayor población, son las cifras de la fatalidad que parece arrollar al Brasil, lo que no impide que su primer mandatario critique a los gobernadores y alcaldes que se atreven a establecer restricciones de cualquier tipo.

Para Bolsonaro es preferible mantener el empleo que luchar contra la pandemia, así las estadísticas muestren una tragedia enorme para los habitantes de Brasil. Y ahora, su objetivo es la reelección, aunque tenga que sacrificar aliados como su ministro de Relaciones Exteriores, un exponente de la extrema derecha acusado de fracasar en la compra de las vacunas que requiere con gran urgencia el que se reconoce como el gigante de Suramérica.

En esa línea de acción el polémico presidente cambió otros seis de sus cercanos colaboradores en una movida dirigida a fortalecer su alianza con los partidos de la derecha moderada y neutralizar su inconformidad con lo que está sucediendo. En ello incluyó el pedido de renuncia de su Ministro Defensa, el general retirado Fernando Azevedo e Silva, un militar con cuarenta años de servicio, lo que generó la renuncia de los comandantes del ejército, la marina y la aviación, en protesta por el tratamiento de que son objeto los estamentos militares a los cuales se pretende involucrar en la política partidista.

Después de Estados Unidos, Brasil es el segundo país del mundo en el número de muertes producidas por el Covid-19, y junto con Gran Bretaña y Suráfrica es reconocido por tener una cepa que causa mayores estragos. Además, y como ocurre en todas partes, su economía padece los rigores de una crisis que destruye empleos y afecta el clima social de manera tal que la recuperación se mide ya en décadas para muchas naciones.

No obstante, Para su presidente es más importante imponer su ideología radical que incluye desconocer el Covid-19 y conseguir su reelección contra viento y marea. Esa es la gran crisis de la que no hace mucho se mencionaba como una de las grandes potencias del mundo.