Columnistas
Construcción de equipos en lo público
El sector público no ofrece estabilidad en muchas posiciones y por eficaz que haya sido la gestión, con el cambio de gobierno o de jefe, vendrán los revolcones...

Entre los temas más complejos de gobernar desde el sector público, sea nación, departamentos o municipios, es construir equipos humanos. ¿Quién acompaña a cada gobernante? ¿Cuáles son los perfiles adecuados? ¿Qué experiencia tienen? ¿Tienen los valores y la lealtad para acompañar al gobernante y hacer realidad el programa de gobierno?
Recuerdo hace algunos años una conversación con un alcalde de Cali de extracción muy popular, y haciendo referencia a la complejidad de armar el equipo ideal, me decía: “Quieren que yo traiga a trabajar conmigo egresados del Colombo o del Bolívar, y yo allá no conozco a nadie. Mis amigos, de pronto no tan reconocidos, son de colegios oficiales y me la juego con ellos”. En el otro extremo, recuerdo las dificultades de Rodrigo Guerrero para lograr el gabinete ideal. Él tenía una analogía tan amena como cierta. La gente le decía: “Cuente con mi apoyo alcalde, pero no me nombre de nada”. Él contestaba: “Yo no necesito apoyo, sino compromiso. La gallina brinda apoyo dando huevos, pero el que realmente se compromete es el cerdo cuando aporta el jamón”.
¿Por qué es tan difícil? En parte, los salarios no son lo suficientemente atractivos para que profesionales exitosos en el sector privado vayan al oficial. Lo más triste, el sector público no ofrece estabilidad en muchas posiciones y por eficaz que haya sido la gestión, con el cambio de gobierno o de jefe, vendrán los revolcones e insubsistencias en todos los niveles. Un tercer factor es la prevención que hay sobre el rol de las ‘ías’, la Contraloría, Procuraduría, Fiscalía, quienes abren investigaciones a ‘tirios y troyanos’, unas veces con razón, otras por trámite y algunas veces por intereses de diferente índole que harán que el exempleado ‘suba gradas’ por años.
Otro factor que dificulta la construcción de equipos públicos es el compromiso político de los gobernantes con sus aliados de coalición. Hoy muchos políticos buscan determinados ministerios o secretarías, no para hacer historia de transformación sectorial, sino para tener una bolsa de contratos que los enriquezca a ellos y a sus caciques. Esa alineación hace que el interés por acompañar un proyecto político-administrativo no lo sea de todo un equipo, sino de algunos leales a la causa.
Sin embargo, permanentemente hemos sido muchos los ‘románticos’ que hemos creído que pasar una etapa por lo público, es una forma de servirle al país o a nuestra región, y lo hemos hecho por la calidad del líder en determinado momento. Por ellos y por su programa de gobierno, valía la pena aportar el grano de arena a una historia positiva.
En el Gobierno Nacional actual, poco o nada de lo anterior sucede. No hay el visionario serio que señale las directrices claras y lógicas que cada sector económico y social requieren. No hay el líder lúcido que con su comportamiento incite a acompañarlo hasta el fin. No hay arriba el amigo que con su camaradería aglutine al equipo fortaleciendo los lazos entre ellos. No está el gerente que de manera respetuosa corrija los errores de sus acompañantes y redireccione oportunamente el camino de cada uno. Si es aburridor tener un amigo arrogante y prepotente, es peor cuando se le tiene de jefe, pues todos los errores serán de los subordinados y jamás por sus órdenes absurdas. El jefe ególatra solo estará atento a las lisonjas, por falsas que estas sean, y la suerte del país no será su prioridad.
Por eso hay estampida de ministros y de altos funcionarios. Por eso, sus reemplazos serán fatales, cada vez más lejanos de los perfiles requeridos. Se necesitará estar muy varado o tener intereses particulares oscuros para acompañar en esta etapa a un presidente como este.
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